El Consejo de Estado, la máxima autoridad administrativa de la república francesa, ha frenado el vetos de una localidad costera al burkini, el bañador islámico que cubre todo el cuerpo de la mujer. A juicio de la alta instancia, prohibir la utilización de esta prenda supone "una afrenta grave y manifiestamente ilegal contra las libertades fundamentales". El Consejo de Estado se pronunció sobre el veto aplicado en la localidad de Villeneuve Loubet, pero su decisión sienta jurisprudencia. Ahora previsiblemente podrían anularse otros treinta decretos similares.

El Consejo de Estado considera que la prohibición sólo podría aplicarse si queda confirmada una amenaza contra el orden público, circunstancia que no ve aplicable en este caso. Los detractores del "burkini" lo ven como una provocación al laicismo (incluso un respaldo implícito a las tesis "yihadistas"), así como una prenda que atenta contra las normas de higiene y seguridad.

El primer ministro francés, Manuel Valls, no cree que la decisión del Consejo de Estado cierre la intensa polémica abierta este verano en Francia. "Es un debate de fondo", indicó. Valls se mantuvo en su rechazo a esta prenda. "No es un símbolo religioso, sino la afirmación en el espacio público de un islamismo político". Y añadió: "Denunciar el burkini no es en ningún caso cuestionar una libertad individual. ¡No hay libertad que encierre a las mujeres! Es denunciar un islamismo retrógrado", añadió, al tiempo que señaló que, aunque el silencio es más cómodo, implica "una pequeña renuncia".

Valls ha descartado una legislación al respecto pero sí ha apoyado los vetos locales al burkini. "Los musulmanes de Francia son los primeros afectados por la violencia del mensaje salafista, radical", indicó. y destacó que el Estado está para protegerlos. En opinión del primer ministro "El laicismo es la libertad de creer o de no creer, pero es también la exigencia de no imponer nunca a otros sus creencias o sus prácticas. Francia ha sabido construir ese equilibrio. (...) Todos debemos defenderlo", concluyó.

La polémica surgió en Francia a principios de agosto, cuando Cannes fue el primer ayuntamiento en prohibir ese bañador islámico. Casi la totalidad de municipios de la Costa Azul, junto a otros en el norte del país, se sumaron después a esa prohibición.

Las fotografías de dos bañistas en Niza y Cannes cubiertas con un pañuelo y una túnica que fueron obligadas por agentes a quitarse esas prendas provocó la indignación en las redes sociales y cuestionó el alcance de esos decretos, cuya repercusión ha protagonizado el debate mediático del verano.

El apoyo de Vall a estas prohibiciones ha chocado con posiciones internas de su propio gobierno, como la de la ministra de Educación, Najat Vallaud-Belkacem, que se preguntó: "¿Hasta dónde se va a llegar para comprobar que una prenda se ajusta a las buenas costumbres?". Para Vallaud-Belkacem Francia está en "una deriva peligrosa para la cohesión nacional".

La mayor parte de los municipios donde está en vigor el veto al burkini están gobernados por la derecha, que ha pedido al Ejecutivo socialista que no deje a los alcaldes "desamparados" en esta cuestión.

"La decisión del Consejo subraya la insuficiencia de nuestro arsenal legislativo", dijo ayer el presidente del partido conservador Los Republicanos, Laurent Wauquiez.

El exjefe de Estado francés y candidato a las primarias de esa agrupación, Nicolas Sarkozy, propone incluso prohibir todo signo religioso no solo en la escuela, sino también en la universidad, la Administración y las empresas. El ultraderechista Frente Nacional (FN) respalda también acabar con todo símbolo religioso ostentoso.