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Viaje a las entrañas del vino

El pueblo de Rodezno, en La Rioja, abrió por un día al público algunos de sus calaos centenarios de las más de noventa bodegas que pertenecen a sus vecinos

Un joven con dos copas.

Si hay algo que mantiene unidos a los vecinos del pueblo de Rodezno, en La Rioja, es el amor que sienten por su cultura del vino y por sus tradiciones, y, entre ellas, el mantenimiento de los calaos de buena parte de sus bodegas. Cada año, y un solo día, celebran unas jornadas de puertas abiertas donde invitan a los viajeros -previo pago de una copa de cristal con la que irán catando los diferentes vinos del año que allí ofrecen- a adentrarse en las entrañas de una tierra donde, escaleras abajo y en ocasiones por estrechos y húmedos pasillos, conocerán in situ lo que es un calao y lo que significa para ellos.

Los que hacen posible esta fiesta son los miembros de la Asociación de Amigos de Rodezno, de la que forma parte Puri Ezquerra, quien explica con claridad qué son los calaos: "Son cuevas. Todas las bodegas están en la loma frente al pueblo, dentro de una roca madre. Algunos de ellos datan del siglo XVII. Hay 91 calaos, algunos de los cuales, por cuestiones de herencia, se han ido fragmentando. Aquí se ha hecho siempre vino de forma tradicional, y las uvas que más se utilizan son tempranillo y, en menor medida, graciano".

Este año se abrieron al público treinta de ellos. No deja de impresionar la bajada por los húmedos peldaños hacia el interior de la tierra para descubrir cómo descansan allí y en semioscuridad los caldos. Casi todos en barricas, aunque también hay una parte en botellas, mínima eso sí. Para José Luis Manzanos, alias "El Patas", que tiene el calao más grande y en diferentes alturas, con un total de 130 metros subterráneos, "lo que hacemos es mostrar nuestra cultura y nuestras tradiciones, que se van perdiendo. Las generaciones más jóvenes no se implican en esta fiesta, donde lo que hacemos no es más que reivindicar que esto continúe, que no se pierda y se apoye". Del mismo sentir es Fito Bartolomé, que desde hace cuatro años tiene alquilado uno de sus calaos, que data de 1870, como visita imprescindible para conocer una parte de la cultura riojana dentro de las actividades que realiza al frente de su empresa de turismo y ocio.

De las entrañas de la tierra al vino en los labios, yendo de calao en calao y participando de una fiesta donde no faltan ni las rosquillas de Maite Yanguas ni la artesanía de uno de los últimos cesteros del lugar, Eugenio Jimeno, además de buenos pinchos de la zona y música para animar una jornada distinta, conociendo in situ el corazón de Rodezno a lo largo de un viaje a las entrañas del vino, en La Rioja.

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