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Donde los alumnos se ponen sus notas

Dos profesoras del IES Fleming viven en Finlandia y en Francia dos realidades singulares: menos materias y más práctica

Por la izquierda, Pilar Pérez -que es jefa de estudios del Fleming- y Aída Prida, en la biblioteca del IES. MIKI LÓPEZ

Una de las cosas que más sorprendieron a la profesora Aída Prida de su estancia en el Instituto de Bachillerato de Seinäjoki, a 360 kilómetros de la capital de Finlandia, Helsinki, es que los alumnos se autoevaluaban. Nadie contempla la posibilidad de engañar. Aída Prida, profesora de Física en el IES Doctor Fleming, en Oviedo, confiesa que "lo intenté aquí, pero estas cosas no son producto de un día. En Finlandia funciona la cultura del no engaño y hay mucha más confianza en las relaciones entre profesores y alumnos".

Aída es una de las profesoras del IES Fleming que participaron en el programa "Job Shadowing", un sistema de estancias cortas, unos diez días, en centros docentes de Secundaria de Finlandia y Francia para observar cómo se trabaja, tomar nota y trasladar en lo posible las buenas prácticas ajenas a Asturias. Hace unos días se conoció que los alumnos del colegio Teodoro Cuesta de Mieres se pondrán este curso sus propias notas dentro de un programa de innovación.

Pilar Pérez, jefa de estudios del IES Fleming y profesora de Francés, realizó su estancia en un liceo de La Rochelle, suroeste de Francia. Estamos geográficamente cerca, pero académicamente muy alejados. El instituto francés tiene internado y un concepto diferente de vida escolar: "Con pequeñas salas de estudio, rincones para reuniones con compañeros y salas de esparcimiento sólo para los alumnos", además de un centro de documentación "con biblioteca, dos documentalistas y dos asistentes".

En materia de recursos humanos, gana Francia. "Los efectivos son mucho mayores que en un instituto español", dice Pilar. Como consecuencia, "el presupuesto del Instituto de La Rochelle duplica al nuestro". El centro dispone de enfermería, con dos enfermeras estables y un médico que pasa dos veces a la semana. El instituto finés de Seinäjoki es sólo de Bachillerato, etapa de tres años. Son alumnos de 16 a 19 años "que pasaron un examen de entrada, con nota de corte alta. En el curso anterior, un 7,8", explica Aída. Las clases son de 70 minutos, con diez de descanso entre clase y clase. Pero el sistema finés tiene menos carga lectiva que el español. Es un sistema complejo, con sólo cuatro asignaturas por cuatrimestre elegidas por el alumno, que también decide en qué nivel (del 1 al 7) corta. Seis semanas de clase y un examen para pasar de nivel. Hay cuatro días a la semana de clase pero a la larga más horas dedicadas a cada asignatura que en España. Y con muchísima más práctica.

A Pilar Pérez le sorprendió en el liceo francés que "los profesores se dedican a la docencia, con 18 horas lectivas semanales en Secundaria. Hay menos burocracia". En un país de estructuras (y mentalidad) muy centralistas como Francia sí hay examen externo al final del Bachillerato, que se lleva a cabo en el mismo instituto pero con profesores de otros centros y con criterios nacionales.

Pilar Pérez se encontró en Francia con "un instituto de más de mil alumnos, un sistema muy jerarquizado y con dos lenguas extranjeras obligatorias desde los primeros años de Secundaria". Esa ordenación jerárquica provoca un cambio de roles respecto a España. "El jefe de estudios se ocupa del profesorado, no de los alumnos. No da clase, como tampoco el director del instituto. Ambos son funcionarios del Estado". Y por regla general tienen casa y viven en el complejo educativo.

La alta autonomía del alumnado en Finlandia sorprendió a Prida. "Los alumnos suelen tener un trabajo a tiempo parcial. Cada profesor tiene su aula. La clase se cierra por dentro y si un alumno llega tarde tiene que llamar a la puerta, que abre el profesor". Más disuasorio que en España.

En ambos casos subyace el concepto de "vida escolar" que en nuestro sistema educativo se diluye. Suena el timbre de fin de clases y el alumnado sale en tropel. "En Francia los alumnos tienen horas libres por el medio, pero hay espacios para ellos dentro del centro educativo". En Francia los complejos educativos contienen edificios distintos por áreas de conocimiento. En ninguno de los dos países hay cultura del pincho.

A la hora de comer, hacia las doce del mediodía, los alumnos del instituto finlandés que visitó Aída Prida tienen comedor con cocina propia. "Yo vi una dieta muy equilibrada, que además es gratuita para el alumnado. Los profesores pagan una cantidad. No se ve un solo alumno obeso".

En los institutos de Francia se come entre las doce y la una. Los alumnos pagan, pero son cantidades pequeñas y dependiendo de sus posibilidades económicas. "Me sorprendió que en el comedor no se oye un ruido", afirma Pilar Pérez. El instituto francés que visitó "está lleno de relojes y suena una tenue música" a modo de hilo musical. "A nosotros, que venimos de Asturias, nos impacta esa falta de ruido, incluso grabé un vídeo para que se 'escuchara' el silencio en los pasillos".

En Finlandia, Aída Prida se encontró con un instituto "sin timbres y también con muchos relojes". Las instalaciones incluyen salas de estar específicas para los alumnos. "Es como si todo el mundo tuviera claro dónde tiene que estar en cada momento".

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