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NÉSTOR VILLAZÓN | Dramaturgo gijonés

"Sólo aquello que nos avergüenza triunfa sobre el papel"

"El diálogo íntimo, la comunión con el espectador que logra el teatro, no lo pueden conseguir las nuevas tecnologías"

El dramaturgo gijonés Néstor Villazón.

Néstor Villazón (Gijón, 1982), poeta y dramaturgo, es un de los autores teatrales con más proyección de la escena nacional. Ya acumula numerosos premios, entre otros el V Premio Internacional de Textos Teatrales "Lázaro Carreter" y el II Certamen Lanau de Nueva Dramaturgia, ha quedado finalista en numerosos certámenes de prestigio. El último, el premio internacional "Pop Drama" por su obra "El negro es un color".

-¿Qué pretende contar con "El negro es un color" ?

-Un hecho que ha pasado desapercibido para muchos: el 2 de junio de 1975 se encierran en una iglesia de Lyon más de ciento cincuenta prostitutas, como protesta por los asesinatos que se venían dando hasta entonces. Esta fecha se ha conmemorado con el Día de la Trabajadora Sexual, pero nadie había escrito sobre ella desde la ficción. Un acontecimiento que dividió a todo un país por cuestiones que, lamentablemente, aún no han sido resueltas.

-Su obra "Democracia" (premio Lázaro Carreter) aún no se ha estrenado en España pese a que estamos todo el día a vueltas con el sistema político. ¿Por qué?

-Realmente lo desconozco, ya que pueda empatizar con un gran número de espectadores. Se trata de una pieza que no se adhiere a ningún movimiento político, que trata la realidad de cualquier país desde el humor, con pocos actores y que no requiere de una gran producción. Un sainete con claras referencias al "Esperando a Godot" beckettiano y a Valle-Inclán, donde tres personajes aguardan para votar en una sala desierta. Pretende la reflexión desde la alegría, adscrita a cualquier momento histórico. Habla del sentimiento de indefensión que vive el hombre común. Su estreno este año en Grecia fue un gran motivo de alegría y espero que pueda verse en los teatros españoles.

-Próximamente aparecerán dos libros suyos: "El sermón del fuego" (Ediciones Invasoras) y "Cómo tratar y maltratar todo lo que podría haber sido una bella historia de amor" (Luhu ediciones), que tendrá su estreno en Madrid en el mes de noviembre, en el espacio Lanau Escénica. ¿Qué temas abordan?

-El primero parte también de un hecho real: todos los días se concentran en el madrileño barrio de Embajadores más de quinientos drogodependientes. Esperan a las "cundas", taxis ilegales que les hacen llegar hasta el camello. Una de las múltiples noticias que salió sobre el tema me incitó a fabular sobre una conversación entre Yonqui y Cundero, una pieza con grandes dosis de locura en la que hubiera constantes intercambios de poder, basándome en "Caos" de Antonio Álamo. "Cómo tratar y maltratar todo lo que podría haber sido una bella historia de amor se acerca más al tipo de narración" conocido como "autoficción", nacido en los años ochenta y que ahora se encuentra en pleno desarrollo. Se trata de una obra muy cercana a la biografía, donde se muestran distintas parcelas comunes a toda relación de amor, desde su inicio hasta una nueva caída. Busca ser un encuentro de reunión para los amantes, de modo que cada espectador lleve a su situación personal lo que aquí sólo es el inicio de una reflexión.

-¿Un dramaturgo del siglo XXI ha de estar pegado a la actualidad o dedicarse a los "temas universales"?

-Partiendo de que todo acto es político, puede optar por ambas vías o ceñirse a una de ellas: no existen límites en el mundo de la ficción. En nuestra imaginación es donde reside la auténtica libertad, donde no hay posibilidad de máscaras, y todo lo que se ha conseguido o nos ha derrotado debe mostrarse de una forma sincera y verosímil: sólo aquello que nos avergüenza triunfa sobre el papel. El tema sólo es el punto de partida, lo importante es el diálogo con nuestro universo personal y saberlo llevar a escena de una forma acertada. La prueba es que recurrimos siempre a los clásicos, para constatar que todo había sido tratado de otra manera.

-En la era de la realidad virtual, ¿para qué sirve el antiguo arte del teatro?

-Si el teatro continúa presente es por una necesidad vital, porque nuestra propia naturaleza nos lo exige. En Madrid se ha dado un hecho muy chocante si lo comparamos con lo que ocurría hace algunas décadas: los cines Luchana cierran sus puertas y se han reconvertido en teatro, buscando un mayor beneficio. El espacio escénico tiene algo que no puede conseguir la realidad virtual (aunque empiecen a crearse páginas web donde descargar espectáculos), que es la comunión con el espectador. El hecho de que cada función sea distinta, de ese diálogo íntimo con el patio de butacas, de la cercanía, es algo contra lo que no pueden luchar las nuevas tecnologías.

-¿Qué temas le atraen para escribir teatro?

-Siempre el de la cotidianidad, el del día a día, el del personaje común y anónimo. Siento que necesito hablar de todo aquello que habitualmente no se ve y debe ser exaltado. A comienzos de año se estrenó "Salvador", una pieza en la que se trata el caso real de un profesor de Primaria aquejado de bipolaridad, el más reconocido de su escuela, que decide suicidarse tras perder su empleo. Me interesan ese tipo de historias, crear un diálogo muy cercano con el espectador, muy a pie de calle, que busque una reflexión desde un planteamiento aséptico de los hechos.

-¿Hay algún tema que se le resiste?

-En poesía, el amor. Es el tema más escogido y el más complejo de abordar. Uno puede caer en el falso sentimentalismo, por ejemplo. Es ese el tema que he decido abordar en mi último poemario, que todavía estoy reescribiendo y mostrando a buenos amigos. En teatro me interesa continuar esa vía cercana a la crítica social, aunque en "Cómo tratar y maltratar..." abordé mi biografía sentimental de los últimos años. Sobre todo no me gusta repetirme en la forma, continuar explorando y que una pieza se presente con un disfraz alejado del anterior. En cuanto a los temas, son pocos e inevitables los que podemos tocar.

-Como autor dramático, ¿cómo se definiría?

-Una voz que pretende ser cercana y que expone aquello que ha pasado desapercibido. La humildad es básica para continuar en todo esto: todos los días encuentro textos necesarios, algún amigo ha ganado algún premio o ha estrenado algo en otra parte, necesitas de un nuevo enfoque que comienza a nacer en nuevas generaciones... El teatro me ha hecho comprender la necesidad del trabajo en grupo, ese componente espectacular del texto dramático, ya que una obra es el resultado de un gran número de creaciones (autor, director, actor, etc.) que desembocan en un resultado final. Continuar aprendiendo e intentar dar lo mejor de mí mismo a cada paso, siendo consciente de que cada texto es un nuevo examen. Perseguir, en definitiva, una nueva expresión de alegría en el lector o espectador.

-¿La actualidad política española es sainete o dramón griego?

- Son dos trajes para un mismo cuerpo. Uno puede sonreír y abrazar el cinismo, o bien deprimirse ante la realidad que le gobierna. En mi opinión, creo que lo básico es conocer las reglas del juego y tratar de cambiar las cosas desde dentro, conseguir una sociedad más justa y benigna para quienes nos releven. Un grito ha de ser incisivo y coherente.

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