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Hablando en serie

"MacGyver", de ésta no te libras

La puesta al día de la icónica serie de los años 80 tiene un protagonista equivocado y es torpe y aburrida

Lucas Till.

No quiero ganarme enemigos gratuitamente pero debo escribir y escribo que la serie MacGyver original (dejando nostalgias a un lado, siempre malas consejeras) era tan mala como El equipo A o El coche fantástico. ¿Entretenida? Claro, pero no por su calidad sino por sus tramas descacharrantes y, sobre todo, por los medios que usaba suprotagonista para librarse de las situaciones más peligrosas. Vamos, que con un chicle y un clip podía escaparse de donde le diera la gana. Llegó a ser, en aquellos tiempos en los que no había tanta serie a la que echar el ojo, un pequeño fenómeno social del que se hablaba en los bares y, sobre todo en los colegios. Y, como las dos series citadas, era de una blancura inmaculada. Ni muertos ni sangre ni sexo. Algún toqueteo con el romance y punto. Los más devotos recuerda con pasión el capítulo que transcurría en un País Vasco de opereta con una ETA (perdón por la rima) zarzuelera.

Y ahora, en plena fiebre revisionista de los años 80, llega su puesta a punto. El nuevo MacGyver (Fox) es un desastre. A su lado, la original es Los Soprano. Y no será por falta de medios, porque el episodio piloto lo dirige nada menos que James Wan, el hoy director de moda en asuntos de terror, aunque podría haberlo dirigido un desconocido John Smith y la diferencia no sería demasiado grande. El primer error, y garrafal, es la elección del nuevo MacGyver. No es que Richard Dean Anderson fuera un actor que mereciera encarnar a Hamlet en la pantalla por su talento pero es que Lucas Till, a sus 26 añitos, es una especie de postadolescente guaperas y blandito a más no poder con menos registros interpretativos que Jason Statham. Su colega George Eads da el pego mucho mejor.

Arranca el nuevo MacGyver en plan Misión Imposible (o James Bond, lo mismo me da que me da lo mismo) con una secuencia de infiltración en una mansión con fiesta. Ahí ya vemos un recurso para espectadores lentos (ponerle letreritos a cada pieza usada para construir los artilugios de marras, y dividiendo la pantalla) que hace que el capítulo parezca a veces más un programa de bricolaje que una serie de acción. En la serie original, el intrépido agente no usaba armas de fuego ni mataba a nadie. Aquí eso se lo han cepillado por la vía rápida, y de hecho a los pocos minutos nuestro amigo se carga una lancha entera de enemigos tras sacarse de la manga un método efectivo para volarla por los aires. Hay una voz en off pesadísima que no se calla ni bajo el agua y se insinúa una larga relación de amor/odio con la novia traidora en la sombra. Heroicamente me enfrenté al segundo episodio y las cosas fueron aún peores y más tediosas. Chistes malos, tramas insulsas... MacGyver, chico, me parece que de ésta no te libras ni con chicle.

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