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Urogallo, el vino que se hace en la viña

Con la vendimia concluida y La Foriata en el horizonte inmediato, Nicolás Marcos se prepara para elaborar un espumoso siguiendo el método ancestral

Este fin de semana con la vendimia lista, Nicolás Marcos y Yolanda Nieto, su mujer, tendrán 28.000 kilos de razones para sentirse satisfechos. Tantas como uvas recolectadas. "El vino se hace en la viña, no en la bodega. Una vez que tengo la uva, estoy tranquilo", dice Marcos, el zamorano que ha contribuido a levantar el prestigio de los vinos cangueses. Este es el momento en que conviene recordarlo para evitar herir susceptibilidades: los vinos de Dominio del Urogallo son de Cangas del Narcea puesto que allí se producen, aunque no pertenecen a la Denominación de Origen Protegida Vino de Cangas. Merece la pena pasar por alto los motivos con el fin de no hurgar en una discrepancia que a veces se ha mantenido en términos de enfrentamiento.

El caso es que de Dominio del Urogallo proceden algunos de los vinos más celebrados de Asturias desde el día en que Marcos, quinta generación de una familia de Toro dedicada a la viticultura, decidió enamorarse de La Zorrina, una de las parcelas que alumbran el renacimiento enológico de la región. Un espectáculo natural centenario, según él mismo explica con entusiasmo. Fue en 2009, han pasado, por lo tanto, unas cuantas lunas desde aquello: Marcos gestiona 14 hectáreas de viñedo y tiene posiblemente mayor ilusión que el primer día. El potencial de la tierra en Cangas es enorme. "Tradición, suelos únicos y un viñedo con más de cien años ¿Qué más se puede pedir?".

Nada. Buenos vinos. Todos distintos. Desde los que él reconoce como "insignias" de la bodega: los Pésicos. Uno de ellos a partir de un coupage de mencía, verdejo negro, carrasquín y albarín negro; el segundo, un blanco monovarietal albarín, hasta Las Fanfarrias. Pasando por los domaine: Retortoiro (verdejo negro), Cadario (mencía y verdejo negro), Las Yolas (albillo) y La Zorrina (carrasquín). Este último aporta profundidad al repertorio atlántico del Urogallo. Las Yolas es el vino que expresa "la delicadeza de mi mujer (Yolanda)", explica Marcos.

Precisamente de Yolanda Nieto parte la inmediata aventura del Urogallo: La Foriata, blanco y tinto, de los que saldrán apenas 400 botellas que persiguen la pureza de la variedad, vino criado en ánforas y tinajas de barro. Albarín blanco y verdejo negro, respectivamente.

Mientras tanto, Marcos sigue empeñado en explorar las mejores posibilidades de los vinos con acidez que en estos momentos reclama el mercado, vinos, como él mismo resalta, "para beber, no para catar". Sin aditivos, sin sulfuroso. "Naturales", recalca el bodeguero. No es fácil este tipo de viticultura extrema, casi heroica de Dominio del Urogallo. "Conseguir buenos vinos sin química es un milagro", explica.

Nicolás Marcos se considera a sí mismo un bebedor de vino "en serio" antes que un bodeguero. "Bebo una de estas botellas y me encuentro nuevo". Su compromiso con la tierra canguesa resulta indiscutible, se percibe desde el primer momento de la conversación. "No podría hacer vino en Toro", subraya mientras espera captar creyentes para su causa. "Esto (Cangas del Narcea) será grande en el momento en que vengan nuevos viticultores decididos a hacer bien las cosas. Se trata de sumar, no de restar", resalta para huir de los malentendidos.

Dentro de los planes del Dominio se halla además la elaboración de un vino espumosos siguiendo el método ancestral. Consiste en una fermentación espontánea sin utilizar azúcares añadidos: al no existir tampoco degüelle los depósitos quedan en la botella y los espumosos mantienen una apariencia algo turbia. Naturalidad ante todo, esa es la consigna de Marcos. Pese al pedrisco de mayo, de 2016 habrá que esperar también algo bueno.

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