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Calvo: "Hay una carga muy emocional detrás de los 'selfies' de los jóvenes"

La pedagoga y sexóloga asturiana presenta hoy su tesis doctoral, en la que aborda cómo los adolescentes se relacionan a través de las redes

Soraya Calvo González. MARCOS LEON

"La comunicación verbal -entre los jóvenes- no es la misma, porque entran en juego otros factores como emoticonos, imágenes, hashtags, las interacciones o los 'me gusta'. Todo eso tiene una carga muy fuerte en lo que yo digo, cómo lo digo, lo que soy y quiero ser", explica la pedagoga y sexóloga Soraya Calvo. Si antes los referentes de los jóvenes eran los "guays" de clase, ahora son los "guays" de Instagram. Antes había más diferencias entre los referentes, ahora parece que se han homogenizado. "La manera en la que nos enfrentamos a las redes es un reflejo de la situación ideológica o política en la que vivimos".

Cómo abordar la educación sexual pero dentro del contexto actual, en el que los jóvenes se relacionan a través de medios como Instagram, WhatsApp o Twitter. Donde el "sexting" es una práctica habitual y los adolescentes tienen como referentes a "instagramers" o "youtubers" de lo que es ser mujer u hombre. Donde la comunicación, muchas veces, no es cara a cara, sino a través de emoticonos, fotografías y "me gusta" que pueden tener más de una intención. En todo eso, y más, indaga la tesis "Identidades (no solo) digitales. Aproximación al modelo de la comunicación afectiva en redes sociales de la juventud asturiana. Implicaciones para la intervención socioeducativa", que hoy mismo, la pedagoga y sexóloga Soraya Calvo, presenta en la Universidad de Oviedo. En ella hay datos sobre, por ejemplo, por qué los jóvenes se hacen selfies o mandan emoticonos, "que tienen una carga emocional muy fuerte detrás". O por qué usan tanto los emoticonos de "monitos". Porque todo eso, dice, tiene su análisis y su interpretación. Y una gran implicación en la configuración de la sexualidad de cada uno.

Para realizar su tesis, Soraya Calvo trabajó con alumnos de doce centros asturianos que estudiaban 4º de ESO durante el curso 2014/2015. Realizó intervenciones basadas en la educación sexual para conocer qué era lo que los jóvenes pensaban sobre la sexualidad e internet. "Por supuesto, lo primero que se les venía a la cabeza era porno. Porque tenemos todavía esa idea de la sexualidad como genitalidad. Y a partir de ahí empezamos a deconstruir que eso de porno era algo, pero que la sexualidad era cómo nos relacionábamos. Y, evidentemente, hablar de Instagram y de WhatsApp también era hablar de sexualidad. Porque a través de las dos aplicaciones tenemos relaciones, broncas con las parejas, fisgamos el perfil de quien nos gusta e intentamos romper el hielo muchas veces", explica.

Una vez que partieron de la idea de que la sexualidad era un proceso vital, y no sólo la penetración, se propuso a los alumnos que quisieran participar que siguiesen dos cuentas que ella llevaba. Al final, pudo monitorear alrededor de 530 cuentas de Twitter e Instagram de alumnos. Para ello creó, junto con un compañero informático, una aplicación. Para que, manteniendo el anonimato de los jóvenes, diera cuenta de la cantidad de veces que ponen corazón o utilizan un determinado emoticono. Durante ocho meses, también pudieron mirar cuántas veces se repiten las palabras o "hashtags". Un seguimiento completo que le sirvió para analizar datos.

La otra parte de la investigación fue hacer grupos de discusión con profesorado de los centros educativos vinculados al proyecto y también con sexólogos que están en formación en un master oficial de Sexología de Madrid. Así conocieron la opinión que tenía el profesorado sobre cómo utilizaba la gente joven las redes sociales, las valoraciones que hacían y también cómo creían que los chicos entendían la sexualidad. "Así nosotros podíamos entender qué hace falta para para hacer propuestas reales de intervención y también para entender cómo el profesorado se enfrenta a esta situación".

"A partir de esas dos partes se hizo un análisis cualitativo de todo, en el que se dieron por un lado unas conclusiones sobre el modelo comunicativo de las personas jóvenes y, por otro lado, una propuesta de intervención en base a diferentes perspectivas", afirma. Calvo es crítica con la situación actual de la educación sexual en España. Una de las bases de su tesis, y de la propuesta de su proyecto de investigación, era partir de un análisis de la educación sexual en España comparándolo con otros sitios del mundo, como Suecia, donde hizo una estancia de tres meses. Allí, la educación sexual es obligatoria en el sistema educativo desde los años 50. "La perspectiva social es diferente. Nadie hace una manifestación para que no haya educación sexual. O para que exista la posibilidad de que los padres elijan, porque se entiende que la sexualidad es algo que hay que estudiar como matemáticas".

Sin embargo, en España la educación sexual está a años luz. Antes, con la asignatura de "Educación para la Ciudadanía" se trabajaba desde una perspectiva amplia: el cuerpo, las emociones, la familia, nuevas orientaciones, identidades... Pero con el cambio de la legislación educativa sólo aparece la palabra "sexual" para hablar de abusos. "Wert llegó a decir que quería una asignatura en la que no hubiera contenidos que generaran crítica social y, evidentemente, lo consiguió quitar", afirma esta sexóloga y pedagoga. En Asturias hay varios programas que abordan la sexualidad, como "Ni ogros ni princesas". El problema es que necesitan una mayor inyección económica. Y que no son obligatorios en los centros educativos. "Falta una educación sexual que sea real y que haya medios para poder ponerla en marcha ", reivindica.

"Una de las evidencias más claras es que el sexting es un problema para los profesores y una realidad para los alumnos", sentencia. Por eso, es una de las cuestiones en las que más se centra la tesis. En casi todos los centros que participaron en la investigación se habían dado casos de problemas ."Los casos que se conocen son los que llegan a ser delito. El resto se queda en la intimidad de las personas".

Para Soraya Calvo, la comunicación que se hace en las redes es fundamentalmente visual. "Pero tenemos que entenderla. Tenemos que meternos dentro y alfabetizarnos en ellos. Escuchar mucho a los jóvenes". Sólo haciendo un seguimiento real, y entendiendo cuáles son sus referentes, se podrá realizar una educación sexual efectiva. O, también, trabajar deconstruyendo estereotipos de género que programas como "Mujeres, Hombres y Viceversa" o youtubers como Jorge Cremades trasladan a los adolescentes.

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