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Un columpio para niños grandes

Alumnos de Arquitectura del poleso Fermín Blanco en Segovia crean un balancín gigante cuyo asiento pende de estructuras de madera de 200 kilos sin tornillos

El arquitecto Fermín Blanco. FGB

El proyecto didáctico se llamó Yinyang por aquello de la filosofía taoísta, donde todo positivo tiene su negativo. Su plasmación física fue un columpio de grandes dimensiones cuyo asiento-hamaca cuelga de dos estructuras de madera de doscientos kilos cada una. Este original montaje, ideado por alumnos en la IE University de Segovia del arquitecto de Pola de Siero Fermín Blanco, sirve para activar la capacidad creativa de los futuros arquitectos, al tiempo que experimentan con el uso de la madera como material constructivo.

"Los primeros días del curso siempre aprovecho para realizar workshops con ellos", cuenta Blanco, "y este año quisieron hacer un columpio, fueron ellos quienes lo decidieron". De ahí que la denominación final del proyecto fuera "Swing (columpio en inglés) Yang Project". La base de esta propuesta experimental es el sistema Lupo, una idea patentada por el arquitecto poleso y profesor de la IE University, que vio la luz hace cuatro años. Sigue la filosofía de la arquitectura modular e industrializada. A su proyecto con los alumnos del campus segoviano, Blanco sumó el respaldo de la American Hardwood Export Council (la principal asociación de la industria de la madera de frondosas de EE UU), que les suministró madera de tulipwood (similar a chopos de gran altura).

Para construir las bases del columpio los chavales contaron con ochenta paneles cuadrados de madera, de cincuenta y cinco centímetros de lado. La dificultad radicaba en unir esas piezas teniendo en cuenta unas reglas prefijadas en función del tipo de esfuerzo requerido estructuralmente y con la desventaja de no poder utilizar ningún tipo de tornillería entre ellas. "Lo importante aquí es que ellos mismos llegaran a un consenso y que pudieran pasar de la teoría a la práctica", detalla Blanco.

Los dos cuerpos de 200 kilos de este gran balancín hacen las veces del yin y yang del proyecto: uno de ellos es el inverso del otro, lo que permite interpretar la diferencia en los esfuerzos de los elementos. "Me encanta porque sale de la dinámica habitual de la Universidad", apunta el profesor. Y funciona muy como didáctica, añade, "porque surgen roles de organización, planificación..." con las limitaciones de las que partían en cuanto a número de piezas, uniones y tiempo. "Ellos son los verdaderos protagonistas del proceso", zanja satisfecho.

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