Ninguna tragedia más adecuada, quizás, para la reapertura temporal de un teatro que la de "Hamlet", escrita por Shakespeare en algún momento entre 1599 y 1601. Y ningún parlamento mejor para una ocasión así que la primera línea del soliloquio de la escena primera del tercer acto: "Ser o no ser, ésa es la cuestión". La cuestión ayer era que el teatro Arango, en la gijonesa calle de La Merced, se reabría después de años de clausura o de ser referencia comercial para Corporación Dermoestética.

Y la cuestión mañana, después de las tres funciones de "Espectros", la sintética propuesta que ha hecho la directora Marga Llano del texto "hamletiano", será otra vez la que viene ocupando a los impulsores de la guadianesca plataforma ciudadana "Cultura para el Arango": ¿qué va a pasar con ese coliseo después de la entrega de los premios "Princesa de Asturias"? Lo bueno, que los espectadores disfrutaron (volverán a hacerlo hoy, con aforo completo, en las dos funciones programadas) con esta propuesta de Marga Llano (se recuerda su versión de la vida de Juana de Arco) para homenajear a una de las grandes de la escena, Nuria Espert, que fue la primera actriz española en ponerse las dubitativas mallas de Hamlet.

Las doscientas personas que lograron entrada para asistir al estreno de "Espectros", pieza que se incluye en "Ser o no ser Espert", el homenaje que la Fundación Princesa de Asturias dedica a la galardonada con el Premio de las Artes de este año, disfrutaron. Tenían motivos: volver al Arango y ver en plena faena, entregados a la ideación de Marga Llano y a un "Hamlet" muy perfilado por el testifical Horacio, a algunos de los actores (casi héroes) de la escena asturiana, de Lobato a Pepe Mieres, pasando por el versátil Alberto Rodríguez.