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Hugh Herr sube a la montaña de Covadonga

El premio "Princesa de Asturias" visita el santuario y los Lagos, y recorre Cangas de Onís con parada en el puente "romano"

Hugh Herr, ante la basílica de Covadonga. CRISTINA CORTE

El Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, el norteamericano Hugh Herr, fue el domingo el primero de los galardonados en hacer acto de presencia. Dijo que quería disfrutar intensamente de su experiencia asturiana y ayer comenzó a cumplir sus deseos.

Era una jornada en la que el protocolo le dejaba libre, y el ingeniero del MIT cumplió con otro protocolo que tiene más que ver con las esencias astures: Herr visitó Covadonga.

Fue ayer uno más de los cientos de peregrinos que acuden a visitar a la Santina. El ingeniero, famoso por haber desarrollado las primeras piernas biónicas, que él mismo utiliza, consideradas las prótesis más sofisticadas del mundo, llegó al santuario en un coche oficial de la Fundación Princesa de Asturias sobre las dos menos diez de la tarde.

Fue una excursión en grupo, porque tras el coche circulaba y aparcaba una furgoneta en la que viajaban familiares y amigos.

Nada más aparcar frente al Museo se dirigió caminando a la basílica, que rodeó y contempló detenidamente. Su padre le tomó varias fotografías con el móvil frente al monumento dedicado al rey Pelayo, frente al monte Auseva. Ambos mantuvieron una animada charla sobre la arquitectura y la naturaleza del lugar.

Hora de la comida

Quedó entusiasmado como corresponde a alguien muy ligado durante toda su vida a la montaña. Herr cumplirá 52 años el próximo día 25.

El biofísico estadounidense, vestido con chaqueta azul y pañuelo al cuello, el mismo que lució a su llegada a Oviedo en la tarde del domingo, pasó desapercibido para los pocos turistas que en ese momento visitaban el Real Sitio, en el que permaneció hasta cerca de las tres de la tarde. Era la hora de la comida y, además, día laborable, poco propicio para las multitudes tan habituales en la zona.

Antes de la visita al santuario la expedición tuvo tiempo de disfrutar del paisaje de los Lagos de Covadonga. Varios clientes del bar María Rosa, a orillas del lago Ercina, coincidieron con él y sus acompañantes hacia la una de la tarde.

Hugh Herr, convertido en un símbolo mundial del afán de superación y del uso y desarrollo de la técnica frente a la discapacidad, paró en Cangas del Onís, y se tomó un agua mineral en El Campanu, donde el responsable de sala Arsenio Díaz se dio el lujo de fotografiarse con el premiado. Entró con dos acompañantes de la Fundación Princesa de Asturias y con otras dos personas, probablemente miembros de su familia.

No podía faltar la visita al puente "romano", en Cangas. Hugh Herr disfrutó del paisaje y se lo tomó con relativa calma porque el programa mañanero era de lo más apretado.

"Simpático y accesible", dijeron de él quienes le reconocieron en su excursión por el oriente asturiano. "Pasó completamente inadvertido". En Oviedo estos días lo tendrá un poco más difícil.

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