"Mi sueño es contribuir a la importante misión de acabar con la discapacidad del ser humano".

Ese es el mensaje que, traducido al español, dejó el premio "Princesa de Asturias" de Investigación Científica y Técnica Huhg Herr, ayer en su visita al campus de Viesques, en Gijón. Herr fue recibido en la Escuela Politécnica (EPI) por un centenar de alumnos y en medio de un silencio casi reverencial que se tornó minutos más tarde en aplausos cuando el ingeniero norteamericano dio las gracias y se declaró impresionado por lo que allí había visto.

Y lo que vio fueron varios prototipos de ingeniería ideados y manufacturados por los jóvenes alumnos de la EPI o por ingenieros recién titulados, con alguna vinculación de estudios universitarios. Junto a la gente joven, la plana mayor de la Escuela y, al frente, el rector de la Universidad de Oviedo Santiago García Granda.

Un exoesqueleto para lesionados medulares. Para empezar, un "invento" que a Herr le interesó vivamente. Lo firma Covadonga Quintana, que realiza estudios de doctorado después de superar el máster de Mecatrónica. Se trata de unas órtesis activas para la marcha de lesionados modulares, una especie de exoesqueleto que funciona mediante sensores y un pequeño motor a la altura de la rodilla.

Herr, que llegó al campus gijonés con sus dos piernas biónicas al aire, formuló a Quintana un par de preguntas y todos entendieron que aquella breve conversación se llevaba a efecto por expertos en la materia.

Un Fórmula eléctrico. La exposición ingeniera estaba formada por una decenas de pequeños stands y por un puñado de jóvenes excelentemente formados y muy entusiastas. Lo más llamativo, el coche E133, el primer coche Fórmula eléctrico fabricado en Asturias. En él trabajaron unos 40 estudiantes encuadrados en el equipo Impulse Racing.

De velocidades hablamos. El Wolfast Uniovi Team presentó a Hugh Herr su moto de carreras, y Adrián Areces su bicicleta de transmisión eléctrica, que funciona sin correa.

La silla que no para. Una de las estrellas de la muestra llegó de la mano de una pareja de ingenieros, Susana Pascual y Antonio Parra, creador de Moveker, una silla de ruedas muy especial. Aparentemente lo más sencillo del mundo. Es manual, ideal para gente activa, de aluminio y -según explicaron- con unos niveles de movilidad y velocidad insospechados.

Dicho y hecho. Antonio, con una camiseta en la que se leía "Life is a beautiful struggle" (La vida es una hermosa lucha) se subió a la silla, comenzó a accionar sus dos palancas y fue toda una sorpresa, también para Herr.

Tras la exhibición, Parra y Pascual explicaban: "El suelo de aquí es de una superficie que no es la más adecuada para este tipo de maniobras", pero en otras superficies la Moveker vuela. Ya estuvieron en alguna feria internacional y reconocen que su prototipo, que puede fabricarse a medida del usuario, llama la atención.

Susana Pascual y Antonio Parra andaban estresados. No siempre se puede explicar el trabajo realizado a alguien como Herr. "Es que además el sábado nos casamos", dijeron a los periodistas. Se pasaron unos minutos recibiendo felicitaciones.

Drones de colores. Había un escáner 3D autónomo que funciona mediante láser y fotogrametría, y unos prototipos de drones, de vivos colores y que también llamaron poderosamente la atención al premio de Investigación Científica y Técnica, y Gonzalo Hernández le explicó sobre el terreno su banco de pruebas para estudios de ergonomía.

Entre alumnos y periodistas se movía feliz la directora de la Fundación Princesa de Asturias Teresa Sanjurjo, declarada fan de Hugh Herr. Comentaba el auténtico lujo que supone tener casi durante toda una semana a alguien como él en Asturias, y recordaba la emoción de Herr anteayer en Avilés en el encuentro que tuvo con niños de colegios de la comarca.

Al final del recorrido Hugh Herr tomó la palabra. Su voz es escueta, a veces poco entendible. Un genio que no mete ruido. Dio las gracias, se declaró impresionado por lo que allí había visto, que no es otra cosa que una pequeñísima muestra del enorme talento de una joven generación de universitarios que merecen la más declarada apuesta en su favor. Justo la que no disfrutan.

"Todo siempre puede ser mejor". Es una frase de Hugh Herr que ayer se podía leer en uno de los paneles explicativos de la exposición. Otra más: "La biónica hará que nos cuestionemos en un futuro lo que significa ser humano". Una tercera, que él gusta de repetir y ayer hizo lo propio: "No hay personas rotas, hay tecnología rota".