"Memento mori". La traducción castellana de este sintagma latino es algo así como "recuerda que puedes morir". Y es el título que ha elegido el Muséu del Pueblu d'Asturies para la exposición que se inaugura hoy y con la que quiere sumarse, a su manera, a los actos propios del próximo 1 de noviembre. El Día de Todos los Santos o Día de los Difuntos tiene un gran arraigo en España, al igual que sucede en los países de tradición católica. Es una jornada de recuerdo de los seres queridos muertos.

La muestra es modesta, pero de gran interés. Se ha programado dentro de la sección "Últimas adquisiciones", con la que la instalación gijonesa, referente de los museos etnográficos asturianos, muestra materiales de interés. Un ejemplo son las cinco coronas funerarias que se exponen en "Memento mori". Y lo son porque piezas de este tipo, cuya conservación es siempre problemática, son más bien excepcionales en los museos españoles.

Junto a esas coronas (la ofrenda de flores a los muertos ha acompañado a la humanidad como un ritual constante, un símbolo del duelo) se exponen también, por ejemplo, esquelas y recordatorios del siglo XIX. Las coronas, procedentes de Boal, están hechas con flores y hojas de metal esmaltado de colores, loza y plumas en cuatro de los casos. La quinta está realizada con cuentas de pasta vítrea de color blanco; está dedicada a un niño. Según explicaron ayer los responsables del Muséu Pueblu d'Asturies, dos de las coronas, compradas en los almacenes Masaveu, en Oviedo, se conservan en su caja original y tienen las cintas fúnebres con las dedicatorias. Son una donación de Cristina Rey. Las otras tres son de los años veinte del siglo pasado y fueron adquiridas en "La Principal".