Alejandro Fernández-Osorio (Villallana, 1984) ganó el año pasado el premio "Asturias Joven" de narrativa con "JC", novela que ahora ve la luz gracias a la editorial Impronta.

-En la portada vemos la soledad del portero ante un posible penalti. ¿Es mayor la de un escritor ante un folio?

-Sin duda, esa soledad del portero es todo un lugar poético, como dice García Montero; remite a una realidad bastante inherente al ser humano: la angustia ante la prueba, el abandono inevitable ante lo que está por venir... Yo creo que el escritor pasa por este momento pero también vive la soledad del corredor de fondo: un tú contigo mismo y tus fantasmas que pueden hacerte abandonar o no encontrar el ritmo, desmayarte incluso. La escritura es la suma de muchas soledades.

-¿Una sola noche puede resumir una vida entera?

-No sé si puede resumir una vida entera, pero sí puede poner en juego lo que somos, que viene a ser algo parecido al resultado de una vida entera. Quería actualizar la idea de noche como un lugar inevitable y fásico por el que tenemos que transitar como seres con conciencia en busca de sí mismos. JC se ve forzado a una noche en la que recuperarse o desaparecer, y ello va a exigirle mirar a los ojos a aquello que cree haber sido hasta el momento.

-¿Cuándo una derrota tiene derecho a considerarse épica?

-Podemos darle una carga épica a una situación, a priori, para intentar convertirlo en un hito, o a posteriori, como una forma discursiva de defensa que nos permita reponernos del daño, como ocurre en JC. A mi parecer, las derrotas, o tienen un punto dramático porque terminen con algún tipo de destrucción, o tienen un punto tierno y ridículo, por el mero hecho de haber considerado que era posible, incluso indispensable, el triunfo. En ese equilibrio he intentado colocarme a mí y al personaje.

-¿Le gusta el fútbol?

-Me encanta el fútbol como deporte y espectáculo. Siempre me gustó. Veo un partido y disfruto mucho del juego, la táctica, las individualidades, los piques, todo. Pero tengo que decir que con el tiempo he ido perdiendo el interés. De crío el fútbol era mi vida y Michael Laudrup mi ídolo. Jugué de medio centro, media punta y extremo derecha hasta que me lesioné la rodilla a los 15 años y tuve que dejarlo.

-Alguien especialista en Psicoterapia Psicoanalítica, como usted, está legitimado para extraer alguna conclusión sobre el autor de "JC"?

-La verdad es que soy una persona que me hago un marcaje bastante férreo en ese sentido. No paro de analizarme, de desnudarme y a veces resulta un tanto cansino y poco adaptativo. Creo que hay muchas conclusiones psicoanalíticas que se pueden sacar del autor de "JC" y ciertos fantasmas que empiezo a ver comunes en mi trabajo. Hay preocupaciones filosóficas, psicológicas e incluso estéticas que me definen y si las leyera en un paciente se las señalaría; a mí también me las señalo.

-¿Se entrenó para pasar de la poesía a la narrativa?

-Tuve bastantes partidos amistosos, podría decirse. Desde adolescente hasta hoy han ido quedando muchos textos fuera donde me probaba como narrador. El gran entrenamiento ha sido durante los últimos ocho años, con la lectura y el estudio más concienzudo de la novela. Aunque tampoco siento mucho la diferencia entre un campo y otro.

-Desde que terminó la novela han pasado...

-Cinco años, y porque gané el Asturias Joven, si no seguiría inédita como las otras dos. Creo que se lee muy poca literatura española y mucha menos de autores jóvenes. Hay poco público lector y más si la literatura que propones es algo que le va a exigir. Incluso en los círculos donde parece interesar este tipo de literatura, me he encontrado con editores que después de leer tres páginas me han dicho que mi estilo era muy literario y filosófico o que no escribía lo que se esperaba para un chaval de veintitantos años. En otras ocasiones no me han llegado a leer, si quiera, supongo que por ser un manuscrito más en una pila. Son tan reducidos los círculos y es una apuesta tan costosa que termina leyéndose solo por recomendación. Pero no hay que preocuparse porque se retrase la publicación un libro; tarde o temprano das con el editor adecuado para tu trabajo, supongo. Si crees que tienes algo que decir, hay que escribir y punto.

-¿Sus errores favoritos?

-El relativismo es el peor de ellos. Es una maquina de generar errores porque no hay un acierto asegurado en ninguna postura, siempre estás metiendo la pata; pero al mismo tiempo, bien utilizado, puede servirte para liberarte de ellos. Al final el antídoto vuelve a ser el estoicismo y a correr. O reírse de los errores.

-¿Qué le lleva a escribir en asturiano o en castellano?

-Hay cuestiones temáticas y emocionales que nacen y se sostienen sobre la llingua asturiana. Otras, en cambio, necesitan el castellano para poder expresarse y expandirse. Viví en Lena hasta los 18 años y, como muchos de nosotros, en un ambiente con cierto menosprecio a La Llingua, lo que no permitió que se enriqueciera como lo hizo el castellano, que me pilló en la época de mayor desarrollo intelectual. Eso hizo que mi asturiano fuera creciendo en base a las relaciones familiares y la lectura de poesía, lo que, a día de hoy, hace que ocupe un espacio eminentemente emocional, aunque no por ello menos necesario. En cambio, a nivel narrativo estoy más cómodo con el castellano, que es una lengua que me apasiona y que me da muchas herramientas. Creo que soy dos escritores diferentes con cada una de ellas.

-¿Le roba historias a sus pacientes?

-Sí, pero al estilo de Freud, llenándolo de ficción. Mi manera de trabajar con el paciente exige entrar en su vivencia y su narración hasta ser un poco él desde el vínculo y la intersubjetividad creada. No hay otra manera de ayudarle al nivel que quiero hacerlo. Eso a veces es duro y me genera un desorden con el que hay que hacer algo.

-¿Escribir puede ser un buen sustitutivo del diván?

-No lo creo. Sí pienso que la escritura es una buena manera de desahogarse, lo cual no quiere decir que de ahí salga buena literatura; también que uno puede conocerse y crecer, incluso dilucidar parte de su inconsciente. Pero cambiar las dinámicas relacionales con uno mismo y con el mundo, los discursos asumidos, las defensas que terminan siendo autodestructivas, los roles y poses limitantes, etcétera, necesita de un trabajo vincular y bien profundo para poder darse. Entre los escritores hay mucho desconocimiento y mucho cliché sobre el mundo de la psicología. Tengo la sensación de que no se llega a comprender la complejidad del proceso psicoterapéutico.

-¿Qué sonidos del fútbol le gustan?

-La pelota contra el poste es el rey de los sonidos. Pero también está el campo cantando el gol en vivo, el ruido leve de una "segada", los tacos de las botas del portero contra el palo, el pitido final después de una remontada, el golpeo seco del balón en un penalti, el chaval que palmea la chapa fuera de sí?

-¿Comparte la idea de que el fútbol es alienante?

-Puede llegar a serlo y lo es para muchas personas. El fútbol moviliza a un nivel más emocional que reflexivo, probablemente porque a través de él se sublima (y en ocasiones se potencia) una agresividad inevitable y se ponen en juego necesidades psicológicas como la pertenencia a un grupo, la construcción del otro-enemigo, o la idealización y la mitomanía que es una necesidad muy infantil pero en continua actualización. Cuando uno se deja llevar por estas corrientes sin conciencia puede resultar alienado. Sin olvidar que todo esto está siendo utilizado por un sistema que, como siempre, encuentra nicho en nuestras necesidades y nuestras pasiones.

-¿Cuál es el equipo de sus amores y de sus odios?

-He sido socio durante años del Sporting de Gijón, algo completamente emocional porque no hacía más que sufrir. Iba al Molinón en autobús lloviera o nevara; ahora lo sigo desde la distancia. Me gusta mucho el Barça y tuve una época en que le tenía bastante tirria al Real Madrid, todo hay que decirlo. Fervor adolescente del que creo haberme curado.

-¿Qué diferencia a un escritor de primera división de otro de segunda?

-Un escritor de primera división es aquel por el que no se puede pasar de puntillas. El que me obliga a detenerme y tener que ver las cosas de manera diferente. Me gusta que el escritor me respete y exija que mi experiencia y conocimiento, emocional e intelectual, se ponga a prueba mientras lo está haciendo él mismo a nivel técnico, temático, psicológico?

-¿Prefiere la literatura de florituras o de juego directo?

-Voy por épocas. El libro que más me impactó en mi vida fue "Paradiso", de Lezama Lima, que era el Neymar de la literatura latinoamericana. Hoy en día no le aguanto muchas páginas. Otras veces necesito un Carver, un Cercas, o un Bolaño, algo más seco y directo al estilo Bale. Me da igual con que al final, además del estilo, metan gol y ganen el partido; eso es lo que hace que suban a mi primera división o no.

-¿A quién le sacaría tarjeta roja en el partido de la cultura?

-Mandaría directamente ante el Comité Disciplinario a aquellos que pretenden eliminar la filosofía y las artes de la educación. Es catastrófico y no nos damos cuenta hasta qué punto. No solo es el triunfo de unos intereses empresariales completamente deshumanizados, sino también de la estrechez intelectual y la mediocridad. ¿Cómo puede haber una educación sin reflexión y expresión creativa? Parece el comienzo de una distopía orweliana. Proponen los mimbres para un tipo de sociedad completamente alienada. Me horroriza.