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ARCADI VOLODOS | Pianista ruso, inaugurará este sábado las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" en el auditorio de Oviedo

"Un pianista no puede ser un robot que toque todo rapidísimo, falta personalidad"

"Cada vez me cansan más los viajes y además tengo una niña pequeña, por eso limito mis actuaciones; puedo estar un mes entero sin sentarme al piano"

Oviedo, Andrea G. TORRES

El pianista ruso Arcadi Volodos (1972) será el encargado de inaugurar este sábado, día 5, la temporada 2016-2017 de las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, que cuentan con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA. Volodos es reconocido internacionalmente por su técnica depurada, aunque él prefiere no centrarse en este aspecto, que considera necesario en cualquier instrumentista, y centrarse más en el aspecto expresivo de la música.

-¿En qué etapa de su carrera se encuentra actualmente?

-Es difícil definirlo porque yo creo que nosotros, los músicos, no somos conscientes de nuestra evolución cuando salimos al escenario. Personalmente, tengo una niña y cada vez me da más pereza aceptar compromisos y dar conciertos por todo el mundo. Todos esos viajes, los hoteles, las estaciones de tren... me cansan cada vez más, y por ello, y por mi hija pequeña, limito mis actuaciones. Hay artistas que se sienten muy mal si no tocan, pero en mi caso no es así, puedo estar un mes entero sin sentarme al piano y me siento maravillosamente.

-El programa de su recital en Oviedo contiene únicamente música perteneciente al Romanticismo alemán, ¿qué destacaría de ella y de su próximo concierto en la ciudad?

-Siempre he sido un gran admirador de esta música desde muy joven, y próximamente voy a grabar un nuevo disco con algunas obras de este repertorio. Será un disco centrado en la obra para piano de Brahms, que grabaré el próximo año, y que recoge parte de lo que interpretaré el sábado en Oviedo. Por otra parte, tengo que decir que compositores como Schubert o Brahms me han acompañado continuamente durante toda mi carrera, y siempre han formado parte de mi repertorio. Creo que las obras maestras de estos genios hay que visitarlas reiteradas veces, no sirve con tocarlo una única vez, porque siempre admiten muchas lecturas. Por ejemplo, el Arcadi Volodos que tocaba hace diez años la "Sonata en la mayor" de Schubert ha muerto, y el que la interpreta ahora es otro Arcadi que nada tiene que ver con aquél.

-¿No se plantea explorar nuevos repertorios o interpretar obras de compositores desconocidos?

-En el año 2013 grabé un disco completamente dedicado a Federico Mompou, el compositor catalán, y cuando lo llevé a Alemania causó mucha expectación porque allí nadie lo conocía, y me preguntaban constantemente al respecto. De hecho, muchos programadores de conciertos en Alemania, Austria y Hungría rechazaban que yo interpretara allí su música, tenían miedo a que no le gustase al público. De todas formas, yo estoy contento porque con este disco siento que he hecho algo útil para la música, y sobre todo para Federico Mompou, para que su música sea más conocida. Tocar música alejada del canon de conciertos habitual y descubrir nuevos repertorios y compositores es algo muy respetable, que hace avanzar la música. El mundo discográfico hoy día es totalmente distinto a como era hace cincuenta años, porque hoy podemos encontrar infinidad de grabaciones de Chopin o de Brahms, y la mayoría muy buenas. Por ello, cuando uno se plantea grabar un disco, debe ser muy crítico y tener muy clara la idea de que tiene que aportar algo nuevo al mundo, de otra forma sería solamente un disco con una caducidad marcada que terminará en la basura.

-¿Qué valora más, la técnica o la expresividad?

-Es muy difícil decidir. Un buen pianista debe tener las dos cosas. La técnica, lógicamente, es necesaria porque sin ella uno no tendría los recursos necesarios para afrontar los repertorios más exigentes. Creo que la técnica es el parámetro que marca la diferencia entre los pianistas profesionales y los amateurs. No obstante, uno corre el riesgo de convertirse en un robot que toca todo rapidísimo y no falla ni una nota. Es ahí donde hay que hacer hincapié en la expresión, sobre todo hoy día, donde el nivel pianístico es tan alto y todo el mundo toca el mismo repertorio, creo que lo que falta es más personalidad.

-¿En qué situación se siente más cómodo, en un recital o interpretando los grandes conciertos?

-Sin duda, en el recital, y hay muchas razones para ello. Primero, que en dos horas de recital puedes dar una imagen mucho más certera de tu trabajo y conectar con el público de la sala; si sólo interpretas un concierto de veinte minutos eso es mucho más difícil. Por otro lado, el solista es el último responsable de la calidad del concierto, pero uno no puede controlar todo lo que sucede en el escenario durante un concierto. Puede ocurrir que no haya feeling con la orquesta o con el director, y como consecuencia la calidad disminuye, algo que nunca sucede en un recital. Trabajar con una orquesta es siempre algo complicado porque hay muchos profesores de orquesta que se sienten frustrados con su trabajo o que tienen problemas con su director, y tener que sacar adelante un concierto en el que quieres ofrecer la máxima calidad en estas condiciones es complicado. Me ha pasado en varios ensayos con orquesta que los músicos se van incluso sin terminar el movimiento si el reloj se pasa un minuto de la hora en que debería terminar el ensayo; siempre he querido preguntarles si realmente aman la música.

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