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Escapadas

Un otoño de los de antes en Villayón

La capital del concejo reserva la tarde noche para la feria de oficios de antaño; por la mañana, un paseo a las cascadas de Oneta

Una de las cascadas de Oneta, en Villayón. SILVEIRA

El otoño llama a recluirse al calor del hogar, junto a un buen fuego. Pero en Villayón pretenden hoy todo lo contrario. Sin huir de las tradiciones del otoño -los caldos, la sidra dulce, la comida contundente para hacer frente al frío- proponen disfrutar en la calle del ambiente de una aldea asturiana de antaño.

Cesteiros, ferreiros, filandeiras y otros más artesanos se unen hoy para celebrar la tradicional "Polavilla", un festival popular que impulsan los vecinos, concretamente, las mujeres del colectivo "Virgen de los Dolores".

A Villayón hay que ir con tiempo y con ganas de aprender. Hay ambiente durante todo el día, pero la actividad comienza más bien por la tarde y se prolonga hasta bien entrada la noche, con puestos de artesanía, exhibiciones de oficios y música. Hay para comprar y para comer: bollos preñaos, frixuelos, embutidos... No hay que tener reparos en parar en cada rincón, llamar a las casas y preguntar a los vecinos cualquier historia o curiosidad de la feria. Todos se volcarán para que Villayón sea, como antaño, un pueblo unido. En el centro de interpretación del Parque Histórico del Navia hay, además, una exposición de fotografías antiguas del concejo.

¿Qué hacer durante la mañana? Pues parece que el tiempo acompañará para disfrutar de un buen paseo. En Villayón es obligado el de las cascadas de Oneta, que en esta época lucen espectaculares. Son tres saltos de agua (el primero es el de la Firbia) en dos kilómetros por el río Acebo y parte del pueblo de Oneta, sin pérdida. Una hora larga.

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