Oviedo, Andrea G. TORRES

La Orquesta de Cámara de Lausanne, junto a su jovencísimo director titular Joshua Weilerstein, obtuvo un gran éxito en su concierto de ayer en el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, especialmente tras ofrecer su particular arreglo de "Música nocturna en las calles de Madrid", de Luigi Boccherini. El solista invitado fue el violinista francés Renaud Capuçon, que gustó pero no entusiasmó al público del mismo modo que lo han hecho otros intérpretes de esta temporada en el Auditorio.

El programa que Welerstein y su orquesta presentaron ayer fue atractivo, lleno de contrastes y con la calidad musical que les ha convertido en una referencia a nivel internacional. El de Welerstein será un nombre a recordar en el futuro por su dirección enérgica y su precisión.

La jornada comenzó con la sinfonía nº 60 en do mayor de Joseph Haydn, en la que la Orquesta de Cámara de Lausanne exhibió una sonoridad más propia de una orquesta sinfónica que de cámara, por su enorme potencia sonora en los pasajes más brillantes de esta sinfonía. Si por algo destacó esta obra de Haydn fue por su perfecta afinación, un fraseo cuidado y uniformidad en los ataques de las notas.

Desde el primer momento de la interpretación quedó demostrada la complicidad existente entre los propios integrantes de la orquesta y su director. Algo que también se hizo evidente en el ámbito musical, ya que hubo una compenetración entre las distintas secciones de la orquesta que no siempre es posible encontrar en agrupaciones de este estilo, y que denota un riguroso trabajo de conjunto durante los ensayos.

Destacaron especialmente los movimientos IV ("presto") y VI ("finale: prestissimo") por la brillantez de la interpretación y la agilidad de los "tempi" elegidos. Asimismo, el "adagio di Lamentatione" sirvió a la agrupación para demostrar su potencialidad lírica y conmovedora.

Renaud Capuçon, actualmente el mayor representante de la escuela de violín francesa, exhibió ayer todo su virtuosismo con una rareza de las salas de conciertos como la "Serenata para violín y orquesta 'El Banquete' de Platón", de Leonard Berstein.

Su total dominio de este instrumento sirvió para sortear las grandes dificultades técnicas y rítmicas que esta obra plantea, y ofrecer una interpretación con calidad. No obstante, hubo momentos en los que le faltó potencia sonora, y el público quedó algo decepcionado cuando decidió no ofrecer ninguna propina.

Los grandes protagonistas de la Sinfonía nº 3 "Renana" de Robert Schumann fueron los instrumentistas de la sección de metales de Orquesta de Cámara de Lausanne, y sobre todo los cuatro trompistas por la limpieza de sus ataques y la cuidada afinación que demostraron.