Antes de la llegada de "los barbudos de Fidel", la familia Fanjul era una de las más poderosas de Cuba: eran los "reyes del azúcar". Descendientes de emigrantes noreñenses, los Fanjul habían forjado un auténtico imperio comercial, trataban a Fulgencio Batista de tú a tú y vivían como la auténtica nobleza criolla que eran. Su principal residencia de La Habana era casi un museo, de hecho llegaría a serlo con el tiempo, decorado con lienzos de Murillo, Caravaggio, Goya, François Boucher , Charles Le Brun? y varios Sorolla. Unas obras que los Fanjul no pudieron llevarse en su precipitada huida de la isla, rumbo a Estados Unidos, cuando las tropas castristas estaban a las puertas de La Habana. Cuatro de esos lienzos, todos ellos de Joaquín Sorolla, se exhiben desde ayer en España, integrados en la exposición "Sorolla en París", inaugurada en la Casa Museo de Joaquín Sorolla.

El patriarca de la familia era el noreñense Higinio Alberto Fanjul Rionda, que emigró a Cuba con su tío, el también noreñense Manuel Rionda, entre los años finales del siglo XIX y los albores del XX. Allí, tío y sobrino se internaron en diversas actividades comerciales, con especial atención al lucrativo negocio del azúcar.

Una vez en la isla, Higinio Alberto Fanjul se casó con María Josefa Estrada, ya en el año 1906. De la unión nacería Alfonso Fanjul Estrada, que a su vez casaría con Lilian Gómez-Mena, heredera de otro imperio del azúcar. La familia tuvo tres hijos, que continuarían su legado: Alfonso (Alfie), Lian y José.

En los años centrales del pasado siglo, los Fanjul Gómez-Mena controlaban ya un auténtico imperio del azúcar, con ramificaciones en varios países. El centro neurálgico era, sin embargo, La Habana, y más concretamente la lujosa mansión del barrio de El Vedado en el que residían Alfonso Fanjul, Lilian Gómez-Mena y sus hijos. Un auténtico museo en cuyas paredes brillaban obras señeras de grandes pintores.

Pero aquel verano de azúcar era finito, y tras el vendría un invierno de descontento y revolución. Cuando 1958 llegaba a su fin, era evidente que los días de Batista estaban contados. Los Fanjul prepararon su éxodo a La Florida, aunque les era imposible trasladar aquel tesoro artístico de la mansión de El Vedado. Así que las ocultaron, tras falsas paredes, con la idea de retornar algún día y "desenterrar" de esos muros las amadas pinturas.

No pudo ser. El gobierno castrista acabaría expropiando la mansión y encontrando los cuadros. El edificio, de hecho, sería convertido en el Museo Nacional de Artes Decorativas, y los lienzos se integrarían posteriormente en la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. Desde entonces, las obras de la antigua colección Fanjul han pasado por varias exposiciones internacionales, generando ocasionales roces con los "reyes del azúcar", que lograron mantener su hegemonía en el sector pese a su traslado a Estados Unidos, y que siempre han reclamado las obras. De hecho, los Fanjul han adquirido varias obras de aquella colección original que se han ido subastando en las últimas décadas.

En España, los "Sorollas" de los Fanjul se dejaron ver ya en 1985, en una gran exposición con 31 obras del pintor custodiadas en La Habana, que se presentó en varias ciudades españolas. Una muestra en la que también figuraban los cuatro lienzos de los Fanjul que ahora retornan a España: "Verano" (1904), "La hora del baño. Niño en la playa" (1904), Clotilde paseando en los jardines de La Granja" (1907) y "Elena entre rosas" (1907).