La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Una obra excepcional del gran Bellocchio

Qué curioso: la película más audaz, original y valiente del festival viene firmada por un señor que se acerca a los 77 años. Marco Bellocchio atrapa al vuelo la idea de un libro que ha vendido mucho para llevarla a su terreno, sin nada ya que demostrar porque en su filmografía hay joyas suficientes para disponer de un lugar de honor en la historia del cine italiano. Felices sueños es conmovedora, amarga, poética, desgarradora y honesta a rabiar.

No por casualidad es la otra cara de la moneda que el cineasta lanzó al aire en su primera obra, Las manos en los bolsillos: aquella historia de un hijo que mataba a su madre porque nunca le había dado nada se convierte aquí en la crónica de un hombre que no puede superar la ausencia materna. Y toda su vida gira alrededor de ese vacío que convierte en un prisionero de su propia angustia, siempre aterrorizado y sin que nadie acuda a tranquilizarlo y desearle buenas noches. Inseguro, con constantes caídas emocionales, desconfiado, sufre ataques de pánico y esa amenaza termina abriéndole una puerta a la esperanza porque le permite conocer a una persona que sí puede ser un bálsamo para tantas heridas. Quizá sí, quizá no.

Pero Felices sueños es mucho más que un drama que enlaza pasado, presente y futuro hasta fraguar un único estado mental. Es también un ataque frontal a cierto tipo de periodismo amarillista (escalofriante el episodio bélico en el que un fotógrafo cambia de sitio a un niño para que su madre asesinada entre en cuadro), pone zancadillas al peso excesivo de la religión en la gente, y observa de reojo los fantasmas de la corrupción, todo ello cercado por la fantasía como una vía de escape a tanta desolación y desamparo. Jaleada por música popular italiana y referencias televisivas que van pespunteando el paso del tiempo, interpretada siempre con acierto y con una fotografía inteligentísima, Felices sueños es cine con mayúsculas. Grazie, Bellocchio.

Compartir el artículo

stats