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"Las películas no deben hacerse desde un pedestal, yo no juzgo a mis personajes"

"Me ha resultado natural incorporar la tradición del cine italiano porque me formé con influencias como las de Rossellini o Fellini, pero lo hago desde una mirada propia"

"España es un país que me gusta mucho. Es la primera vez que vengo a Asturias y la impresión es óptima; me parece muy bella. Además Gijón es bonito, con su playa; la sensación es que se debe vivir muy bien aquí". Son los piropos con los que se presentó ayer en el Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) Matteo Garrone (Roma, 1968), considerado entre los grandes realizadores italianos actuales, junto a Nanni Moretti y Paolo Sorrentino. Ha sido galardonado en Cannes y en otros certámenes notables. El FICX homenajea este año al autor de "Gomorra" con una retrospectiva y un libro monográfico. Su director, Nacho Carballo, lo retrató ayer como el "testigo perfecto" del cambio del siglo XX al XXI. Su sólida trayectoria, con títulos como "El embalsamador", "Primo amore", "Reality" o "El cuento de los cuentos", así lo acredita.

-¿A la luz de esta retrospectiva, qué conclusiones saca?

-Me gusta ver el trabajo hecho porque ofrece la posibilidad de explorar nuevos territorios, nuevas formas de lenguaje. Sigo siendo un autor en proceso de formación que trata de mantener un cierto nivel de inconsciencia; uno tiene la obligación de sorprenderse siempre a sí mismo. Ahora bien, creo que hay un hilo conductor: todas mis películas son una manera de ver la realidad y analizar las obsesiones humanas.

-¿Qué diferencias aprecia entre unas obras y otras?

-Bueno, lo más importante de mi obra, creo yo, es el vínculo entre realidad e imagen y que ofrece preguntas. Lo que hago como director es interesarme por el ser humano y sus contradicciones. No me dirijo sólo al público italiano, sino que planteo cuestiones universales.

-¿Sigue pensando que el cine es básicamente la operación de contar una historia?

-El problema es cómo la cuentas; es decir, el problema es el lenguaje que utilizas.

-Empezó con obras muy documentalistas, pegadas a la realidad, para internarse en los mundos de la fantasía, como en "El cuento de los cuentos". ¿Cómo ha sido esa evolución?

-Se dice que mi cine parte de la realidad y va hacia elementos fantásticos, pero ese elemento mágico está siempre presente. Me esfuerzo por interpretar la realidad y trato de transfigurarla. Y eso es lo que marca mi elección artística. "El cuento de los cuentos" es la primera de mis películas en la que parto de un elemento onírico para llevarlo hacia la realidad, justo lo contrario de lo que hacía antes. Si piensa en "Reality", incluyo una carroza bastante surrealista. Desde el principio de mi carrera, me ha gustado mezclar lo real y lo surreal, lo cómico y lo trágico. Por eso me resultaba tan familiar el mundo de (Giambattista) Basile. Incluso una obra mía como "El embalsamador" podría considerarse como un relato moderno de Basile.

-Fue pintor en su juventud. ¿Cómo ha influido la pintura en su cine?

-Era un pintor figurativo. Ah, Caravaggio... Sí, está muy presente a la hora de platearme problemas como el de la composición. Si uno lo piensa, un cuadro es como un fotograma congelado. La dificultad está en los veinticuatro fotogramas por segundo. Hay que fijarse en la composición, la luz... Y, fundamental, el lenguaje que quieres utilizar. Lo importante no es representar un vaso, por ejemplo, sino cómo lo haces y cómo esos elementos se convierten en temas centrales. Dejé la pintura porque tenía la sensación de que no lograba ser contemporáneo, de que mi pintura tenía elementos demasiado narrativos. La utilice como base de exploración, pero fue en el cine donde encontré mi verdadera forma de expresión. En mi cine hay elementos pictóricos, pero no hay una nostalgia de la pintura.

-Su cine enlaza, a mi juicio, con una fuerte tradición italiana que se aleja de los dictados de Hollywood e industrias adyacentes. ¿Es su apuesta?

-Me resultó natural incorporar esa tradición. Me formé ahí, lo llevo dentro. Influencias como las de Rossellini o Fellini están presentes desde siempre. He tratado, además, de desarrollar mi manera personal de mirar y una cierta honradez intelectual. Y, al mismo tiempo, he querido emocionar y llegar a un público internacional. No quiero hacer un cine hipócrita. Los grandes maestros italianos han sido fundamentales.

-¿Qué supuso "Gomorra"?

-Ha sido muy importante, una experiencia que me ha cambiado la vida. Durante su rodaje conocí a la madre de mi hijo. Y fue doloroso hacer esa película porque tenía la sensación de que la gente vivía en una especie de selva, con jóvenes creciendo en ese entorno; de que el ser humano está condenado a cometer errores. Nunca juzgo a mis personajes, los acompaño; las películas no deben hacerse desde un pedestal.

-¿Con que está ahora?

-Con "Pinocho", a partir de la historia de (Carlo) Collodi. Empezaré a rodar en primavera, en italiano y con un reparto italiano. Voy a tratar de insistir el camino que inicié con "El cuento de los cuentos". Sé que es difícil hacer "Pinocho", pero es un reto que me emociona.

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