Es muy probable que lo único que consigamos explicando a un ucraniano procedente de la región de Chernobil que nuestro país está en crisis es arrancarle una carcajada, pero Anatoly, el protagonista de nuestra novela es un niño huérfano de diez años que se dispone a pasar su segundo verano en España y que, desde su mirada infantil, sueña con rebozarse de nuevo en la arena de la playa. Desafortunadamente este año no va a poder ser, ya que su padre de acogida acaba de ser despedido del trabajo, así que es necesario un plan alternativo, del que se encargará el mejor amigo de Anatoly, el abuelo Antonio, quien le ayudará a descubrir los mágicos lugares de Huesca a través de lo que llamará la ruta de los espíritus errantes, un itinerario cargado de aventuras con el que el autor, Daniel Vilalta, consigue plasmar una historia de amistad intergeneracional en el marco de una realidad conocida por muchos españoles, el de las familias que cada año permiten disfrutar de una porción de felicidad a niños cuya situación sólo se puede calificar de dramática. Es el caso de Anatoly, residente en la zona de Irpen y al cuidado de un tío enfermo que sufre las consecuencias del tristemente famoso accidente nuclear que estremeció al mundo en el año 1986. La obra, editada por MilenniArs, aseguran que está destinada a "las personas que creen que el amor es plural, solidario, multiplicador y capaz de hacer que un mundo mejor sea posible". Puede sonar a eslogan, pero en esta ocasión estamos de acuerdo.