La propuesta escénica de la ópera "I Capuleti e i Montecchi" que Arnaud Bernard estrenó ayer tarde en el teatro Campoamor convenció al público. Su particular versión de este título belcantista, ambientado en una galería de arte y con vestuario de época, que rehúye el escándalo gratuito en favor del buen gusto y la fantasía, consiguió la aprobación de los asistentes al estreno.

La visión de esta ópera pasa para Bernard por llevar la Verona del siglo XIII en la que se ambienta el libreto de Romani a un museo en el que los personajes de los cuadros cobran vida y saltan al escenario para contar, una vez más, la historia de Romeo y Julieta y de sus familias enfrentadas.

Entre el elenco participante destacó la soprano Patrizia Ciofi, la gran protagonista de la jornada, con una Giulietta sensible y tierna con la que obtuvo una calurosísima ovación. Vocalmente destaca su flexibilidad y la belleza de su voz, con un registro uniforme y un fraseo conseguido, que se adapta muy bien al lirismo y la expresividad de las melodías escritas por Bellini. Ciofi, a diferencia de otros muchos cantantes de ópera, tiene la particularidad de que sabe cómo emocionar al público, y eso pudo verse también en la función de ayer, durante los preparativos de su fallida boda con Tebaldo y en la agonía de Romeo.

La mezzo Serena Malfi también fue muy aplaudida por su brillante actuación. Dio vida a un Romeo intrépido y valiente, pero también de gran sensibilidad. Su caracterización en esta producción no anula completamente su feminidad a favor de la masculinidad del personaje, y el resultado fue un Romeo muy dulce y personal. Destacan en Malfi su presencia escénica y la energía de su interpretación, desde su primera entrada en escena. El personaje de Romeo es muy exigente, y ayer Malfi estuvo a la altura, demostrando gran delicadeza en sus arias y seguridad en sus potentes agudos.

Paolo Battaglia interpretó a Capellio, el padre de Giulietta. Un ser déspota y lleno de odio al que poco importan los consejos de sus aliados ni la felicidad y la vida de su propia hija. En el terreno musical, Battaglia es un bajo con una voz potente y plena, en ocasiones un poco brusca, pero que no va mal para el personaje de Capellio.

El tenor José Luis Sola es una persona muy conocida para los aficionados al teatro lírico en Oviedo. Quizá por ello el público esperaba más de su interpretación ayer y, aunque se le aplaudió, tal vez se echó en falta una mayor potencia sonora y una voz menos forzada y abierta, especialmente en el registro agudo. No obstante, sí gustaron sus dotes actorales.

Miguel Ángel Zapater fue probablemente el más discreto de toda la jornada, con unas intervenciones en su mayoría adscritas a los números de conjunto. Pero aun así, la de ayer estuvo lejos de ser su mejor actuación.

El director musical invitado para dirigir todas las funciones de "I Capuleti e i Montecchi" es el italiano Giacomo Sagripanti, ganador en la edición de este año del "International Opera Awards". Un galardón que le augura un futuro prometedor en el campo de la dirección. La de ayer era la primera vez que participaba en la temporada ovetense y no defraudó, el público reconoció su trabajo. Su interpretación destacó especialmente por su conocimiento de la partitura y su precisión a la hora de indicar las entradas a solistas, coro y orquesta.

Con él, la Orquesta Oviedo Filarmonía llevó a cabo un acompañamiento estupendo para las melodías que provenían del escenario. La orquesta de Bellini es muy liviana y cede siempre en favor del protagonismo de los cantantes. Los trabajos de acompañamiento no siempre son sencillos, pero Sagripanti y la Oviedo Filarmonía tuvieron éxito por la ligereza y la dulzura de su interpretación. Destacaron los solos de trompa, clarinete y violonchelo, a cuyos profesores invitó el maestro Sagripanti a saludar al término de la representación.

El Coro de la Ópera de Oviedo tuvo una participación mayoritariamente masculina, con la responsabilidad de dar voz a los Capuletos y a los Montescos. Algunas de sus intervenciones resultaron un tanto bruscas, quizá como consecuencia de las situaciones de violencia y enfrentamiento que debían representar; con la incorporación de las secciones femeninas mejora sustancialmente.

En definitiva, fue una ópera que gustó realmente por la calidad musical de sus intérpretes.