La capilla de San Esteban del Mar de El Natahoyo, en Gijón, volverá a lucir en todo su esplendor en dos años. Al menos, es el tiempo estimado por el Rotary Club Gijón que, con motivo de su 90º. aniversario, se han propuesto la rehabilitación de esta ermita situada en la esquina entre las calles Mariano Pola y Palafox, dentro del recinto del Revillagigedo.

Un propósito con una carga emotiva considerable pues supone recuperar uno de los últimos proyectos realizados por el fallecido arquitecto gijonés Chema Cabezudo. Más aún después de que tanto el Rotary Club Gijón -la primera entidad solidaria de la ciudad y que ahora preside Luis Buznego- tomase la determinación, con el beneplácito y apoyo absoluto de la Compañía de Jesús, de que fuera su hijo, el joven y prometedor arquitecto José María Cabezudo Onzaín, quien tomase las riendas para materializar el sueño de su padre. Lo hará acompañado por los también arquitectos María del Cobre Carballo Alonso y Pelayo Infiesta de la Roza. Todos ellos de forma altruista porque ese es el espíritu que se pretende con la rehabilitación.

La idea de "los rotarios" es contar con el apoyo de diferentes empresas para minimizar el coste de la rehabilitación puesto que su uso repercutirá en la sociedad gijonesa, y en especial en el barrio de El Natahoyo. A este espacio se le asignarán diversos actos culturales cívicos, siempre que cuenten con la aprobación de los jesuitas, que seguirá como titulares de la ermita. No obstante se eliminará el muro para que la capilla quede integrada dentro de la ciudad y ajena al recinto del Revillagigedo, con un pequeño jardín por delante.

Este emplazamiento, declarado Bien de Interés Cultural, data de mediados del siglo XVII y es de planta rectangular con unas dimensiones de 7 por 14 metros y 9 metros de altura. Cuenta con una cubierta a dos aguas sobre cerchas de madera y cornisas formadas por hileras de teja curva debajo de las cuales existe una moldura en hilera de listones de piedra. Por su parte, los muros de carga están realizados en mampostería cubierta de revoco y sillares en las esquinas. "Llevamos mucho tiempo preocupados por el deterioro de la ermita, no es que tenga un gran valor artístico pero sí testimonial porque es el segundo edificio más antiguo de Gijón", valora Inocencio Martín Vicente, coordinador de los trabajos de la Compañía de Jesús en Asturias, consciente de que "dejar caer un edificio de tantos siglos es una pérdida que no podemos permitir".

Como bien señala Martín Vicente, el paso del tiempo ha sido inmisericorde con la ermita y es preciso meterse de lleno en faena. Prioridad para la terna de arquitectos es la reparación en juntas y coser los huecos en la fachada que se han ido abriendo con el paso de los años. También hacer un zuncho de hormigón perimetral, arriba en los muros, para evitar que éstos sigan abriéndose. Pero el objetivo inicial es mantener los elementos que no sean perjudiciales y demuestren la huella del paso del tiempo en la fachada. Ello implica mantener parte de la piedra vista, la mampostería de las esquinas y recuperar el óculo de la fachada principal, hoy tapiado.

Por contra, en el interior, acometerán una obra que dé modernidad al templo con el objetivo de sorprender por el contraste entre los dos espacios. Ahí se pretende mantener la piedra y colocar una especie de pared, separada de la estructura, de unos tres metros de alto, que sirva para dejar espacio al cableado y la iluminación y que hará del recinto un lugar más moderno. Pero muchas de estas actuaciones dependerán del presupuesto final que se consiga a través de las colaboraciones de particulares y empresas. De ello depende la idea de la cubierta, que pasa por mantener sólo la estructura, es decir, los nervios que sostienen la bóveda pero sin la bóveda.

Este viernes los responsables del Rotary se reunirán en el Ayuntamiento con Carmen Moriyón para solicitar colaboración y presentar el proyecto mientras que la firma final tendrá lugar el próximo año, en enero, con la institución jesuítica.