Todos tenemos sueños; sin embargo, existen personas que nunca llegan a convertirlos en realidad. Saben lo que tienen que hacer, pero nunca lo llevan a cabo. Y todo porque son seres temerosos, que nunca toman esas decisiones que podrían engrandecer sus vidas para siempre.

Y es que, para alcanzar cualquier objetivo que se quiera conseguir, en primer lugar es necesario saber, exactamente, lo que se quiere. Inmediatamente después, para obtener resultados, hay que emprender acciones; ahora bien, a lo largo del camino, nos veremos envueltos en situaciones que no nos gustan y aquí es donde debemos tener flexibilidad para no castigarnos ni desmotivarnos por ello; en vez de eso, tenemos que aprender de ellas, mirarlas, no como fracasos, sino como resultados que nos proporcionan valiosas referencias para efectuar una mejor evaluación y, en consecuencia, tomar mejores decisiones en el futuro, cambiando de actitud hasta que consigamos el objetivo deseado.

Por tanto, mantener la decisión de producir ese resultado esperado hace que los acontecimientos se pongan en movimiento. Pero he hablado de decisión, no de preferencia. Existe una gran diferencia entre decir "Me gustaría hacer ejercicio físico cada día..." a comprometerse, firmemente, con uno mismo a alcanzar ese resultado y luego descartar cualquier otra posibilidad que no sea ésa. Cuando una persona decide firmemente que desea abandonar la vida sedentaria, ha tomado una decisión definitiva. Por ejemplo, la persona que ha dejado de fumar, o el alcohólico que ha abandonado ese pernicioso hábito, sabe que el simple hecho de fumar un cigarrillo, o tomar un sorbo de alcohol, le hundirá de nuevo en el espantoso pozo del dolor. Y vuelta al sufrimiento.

Por tanto, ambos han tomado una verdadera decisión y saltado para siempre al otro lado del muro del dolor. Y se sienten estupendamente bien, porque han tenido un objetivo, tan claro e incuestionable, que no ha habido nada ni nadie capaces de hacerles tomar otro camino que no haya sido el de abandonar para siempre esos hábitos tan nocivos y perjudiciales para la salud.

Todos podemos hacerlo. Cualquiera de nosotros es capaz de tomar decisiones conscientes, en cualquier momento de la vida, con el fin de reinventarse, mediante una correcta organización de las creencias y valores, de tal forma que nos impulsen en la dirección del propio diseño de vida. De ningún modo tenemos por qué permitir que la programación del pasado nos controle el presente y el futuro.