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La dueña del palacio de Celles acude a los tribunales para no rehabilitarlo

El Ayuntamiento de Siero achaca a la propiedad la ruina del inmueble, joya del Barroco astur, por considerar que incumple su deber de conservación

El palacio de la Torre de Celles. LUCAS BLANCO

La ruina del palacio de la Torre de Celles, joya del Barroco asturiano, llega a los tribunales. El Ayuntamiento de Siero reclamó semanas atrás a la propietaria del inmueble una serie de medidas cautelares para preservar el inmueble y evitar accidentes. Mas la respuesta de la propiedad ha sido interponer un recurso contencioso-administrativo contra la resolución, tal y como confirmaron a este periódico fuentes del consistorio sierense.

Las medidas que el Ayuntamiento de Siero había reclamado son la ejecución de un cierre perimetral para evitar la entrada libre al palacio, la limpieza de la vegetación exterior e interior, la retirada de todo el escombro resultante de la caída de forjados y cubiertas, el cese inmediato del uso ganadero en el palacio, la clausura del acceso a la vivienda habilitada en el interior del inmueble, y la realización de un estudio de la cubierta, además de la retirada de los elementos en mal estado o prácticamente desprendidos. Unas actuaciones que el consistorio sierense, mediante un acuerdo aprobado por la Comisión Informativa de Urbanismo, exigía que se acometiesen en el plazo de un mes.

Más allá de estas actuaciones, la Comisión resolvió, apoyándose en sendos informes técnico y jurídico, proponer la declaración de ruina física irrecuperable del edificio, pero matizando que esta declaración no es incompatible con la rehabilitación urbanística, toda vez que el edificio está catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), máxima figura de protección contemplada en la legislación.

Además, el informe técnico achaca a la propietaria la ruina del inmueble, que considera que es "consecuencia directa del incumplimiento del deber de conservación", al "no haber realizado a lo largo del tiempo ninguna obra que permitiera paliar el deterioro progresivo del edificio hasta llegar a su situación actual".

El documento, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, determina la responsabilidad de la propietaria al comparar el estado del inmueble en el momento en el que se declaró BIC, en el año 2003, y en la actualidad. La conclusión es que los daños en el inmueble se han incrementado desde entonces de manera crucial hasta llegar en la actualidad a precisar la reconstrucción de un 35,8% de los elementos estructurales. Unos daños que son especialmente visibles en la cubierta, que ha colapsado en gran parte del inmueble, hasta tal punto que el informe técnico redactado por los servicios del Ayuntamiento de Siero únicamente contempla el mantenimiento del cubrimiento de la torre norte y en torno al 50% del tejado de la crujía noroeste.

Al ser necesario reponer más de un tercio de esos elementos estructurales, el informe técnico concluye que el edificio ha alcanzado esa situación de ruina física irrecuperable. La decisión final, no obstante, corresponde al Consejo del Patrimonio Cultural de Asturias, que hasta la fecha se ha mostrado reacio a asumir esa declaración para el caso del palacio de Celles.

Asimismo, el consistorio sierense ha dado traslado de sus conclusiones a la Consejería de Cultura del Principado de Asturias, para que determine la procedencia de iniciar un expediente de expropiación forzosa del inmueble, a fin de garantizar su conservación, o bien de imponer a la propietaria las medidas necesarias para salvaguardar los restos del palacio.

La importancia del palacio de la Torre de Celles y su lugar preeminente dentro del Barroco astur radican, especialmente, en la suntuosidad de su fachada principal, inusual para un inmueble enclavado en un entorno rural. Edificado en el último tercio del siglo XVII, el palacio sierense fue una promoción de Pedro Argüelles Quirós y Valdés, deán de la catedral de Santiago de Compostela. Aunque la construcción se encomendó en 1668 al maestro cántabro Diego de Gajano, la monumentalidad de su fachada meridional llevó al historiador del arte Germán Ramallo a proponer una intervención del arquitecto gallego Domingo de Andrade, maestro mayor de la catedral compostelana.

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