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Los palacios olvidados de Asturias

El desconocimiento y la falta de interés en su conservación, por parte de sus dueños y de la Administración, abocan a la desaparición a las casonas de época moderna

Los restos del palacio de Junco, en Ribadesella.

En la parroquia sierense de Celles, a apenas cinco minutos de la salida de la Autovía Minera en Ferrera, una inesperada explosión arquitectónica sorprende al caminante ocasional que se pierde por esa latitud rural. Es el palacio de la Torre de Celles, su ruina en realidad, cuya monumentalidad destaca entre las praderas de Lavandera como el cadáver congelado de aquel leopardo que Hemingway situaba en la cima helada del Kilimanjaro. De algún modo, la Torre de Celles es también un cadáver.

Este inmueble, joya del barroco astur, languidece ante el desinterés de sus propietarios por restaurarlo y la incapacidad de las administraciones por asegurar la pervivencia de un edificio que disfruta, paradójicamente, de la máxima figura de protección que contempla la legislación: la que le otorga su catalogación como bien de interés cultural (BIC). Pero el caso de la Torre de Celles, aún siendo de los más lamentables, no es sino el más frecuente entre el gran conjunto de la arquitectura civil asturiana de época moderna. Un sinnúmero de casonas y palacios olvidados que se caen a pedazos, estén o no estén protegidos.

Son varios os factores que explican la pésima situación de estos bienes patrimoniales. Por un lado está el desconocimiento de su valor, en muchos casos debido a que se localizan fuera de los núcleos principales de cada concejo. Por otro, la falta de disposición para su mantenimiento por parte de sus propietarios, las más de las veces por imposibilidad económica, pero también por desinterés o por estar la propiedad dividida entre varios parientes que no se ponen de acuerdo en su gestión. Por último, también se denota una evidente falta de voluntad política, debido en gran medida a los reparos de la Administración a intervenir en la gestión de propiedades privadas.

En lo referente al desconocimiento, la labor de colectivos ciudadanos y de investigadores está permitiendo, de manera progresiva, una mayor visibilidad de estos inmuebles. La historiadora del arte Inés García-Navarro lleva más de un lustro investigando estas edificaciones para su tesis doctoral: "Arquitectura residencial nobiliaria en el Oriente de Asturias, siglos XVI, XVII y XVIII". Fruto de sus investigaciones, García-Navarro ha localizado y catalogado más de 200 inmuebles con valor histórico-artístico sólo entre los concejos de Ribadesella, Cangas de Onís, Onís, Llanes, Cabrales, Peñamellera Alta, Peñamellera Baja y Ribadedeva,

"La clave para garantizar la supervivencia de estos edificios es su catalogación", afirma García-Navarro. En sus investigaciones ha encontrado varios edificios en situación límite, como los palacios de Junco (Ribadesella), La Jelguera (en Peñamellera Alta), o La Prida (Ribadedeva).

En muchos casos, los propietarios no tienen capacidad económica para afrontar un mantenimiento adecuado de estos inmuebles. Pero también se da con bastante frecuencia un problema con la propiedad: los proindivisos. Esto es: que varias personas, generalmente con vínculos familiares, son copropietarios del bien. Una situación que suele derivar en problemas a la hora de acordar la gestión sobre el inmueble.

Frente a esta situación, la sociedad civil y algunas iniciativas privadas arrojan algo de esperanza cara a la conservación de estos bienes inmuebles. Hay propietarios que sí apuestan por la conservación y puesta en valor de su patrimonio familiar: es el caso de la familia Cores Uría, propietaria del palacio de Meres (Siero), que ha logrado colocar este conjunto palaciego como un referente de buenas prácticas en materia de conservación. Otra actuación singular es la de la empresa "Paisajes de Asturias", propiedad del médico y empresario Víctor Madera, que en los últimos años ha adquirido dos palacios en Llanes, otros cuatro en el Occidente, y dos más en la localidad gallega de Ribadeo. Su objetivo es rehabilitar los inmuebles y darles un uso vinculado a la restauración, mayormente del sector hotelero.

En otros casos, no obstante, sólo los colectivos ciudadanos luchan por estos edificios. La asociación de vecinos "San Juan Bautista" lleva una década peleando por la Torre de Celles y espoleando a la Administración para que actúe, sin que de momento se haya logrado más que alguna leve sanción a la propiedad.

Por su parte, la asociación "Amigos de Nava" reclama al Ayuntamiento que se implique en la conservación de los palacios La Ferrería, también declarado BIC, y La Cogolla. Este último, que sufrió un incendio en octubre, precisa de una actuación urgente. "Está prácticamente en ruina. Los propietarios no tienen capacidad económica y hemos promovido un acuerdo para que se ceda al Ayuntamiento, pero está todo a expensas de un cambio del Plan General de Ordenación", explica Alejandro Calleja. Se produzca o no este acuerdo, el colectivo seguirá peleando por el palacio naveto porque, como afirma Calleja: "Hoy tenemos los muros, pero en diez años no quedará ni eso".

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