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Las mil caras de Cervantes

Medio centenar de alumnos de la Escuela de Arte de Oviedo reinventan el mundo cervantino en una muestra que acoge la Universidad por los 400 años del Quijote

Retrato conceptual de Cervantes con adhesivos. LNE

El retrato canónico de Miguel de Cervantes que ha llegado hasta nosotros no pasa de ser una aproximación idealizada. Más que un retrato es un ejercicio de imaginación, y por eso la fisonomía del autor del Quijote se mueve -así desde hace cuatro siglos- entre la ficción y la realidad.

Miguel de Cervantes tiene mil caras, cada cual la que quiera ponerle. La que preside la exposición inaugurada anteayer en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo tiene mucho de concepto, 37 tiras de cinta aislante para completar los límites de esa cara de palo, greconiana, de nariz aguileña, amplias entradas, mostacho declinante y ojos incisivos. Buena gente, en apariencia.

La sala Laudeo es el espacio elegido como "lugar de encuentro para la reflexión sobre la influencia de la obra de Cervantes en el mundo actual", explica José Antonio Casanueva, director de la Escuela de Arte de Oviedo.

Los alumnos de la Escuela son los que ponen la creatividad a partir de obras que nacen solas pero crecen y se desarrollan en conjunto, complementándose. Cervantes, su imagen, no se libra del tópico que acompaña a los personajes principales del Quijote y que, como dice en el catálogo de la exposición el profesor de Literatura de la Universidad de Oviedo Emilio Martínez Mata, "determina cualquier lectura posterior". Nadie más perfilado, más caracterizado, que el ingenioso hidalgo y su escudero, antítesis física y psicológica, unidos en el mismo destino.

Mirada joven

Lo que presenta la Universidad es una mirada joven, distinta, en torno al universo cervantino. Conceptos como la bacía de barbero convertida en luna en cuarto menguante o en huevo frito mordisqueado. Transgresiones como el Cervantes con pendiente, rizo, colorete y peineta. Paisajes de molinos al viento y sillas Rocinante con vocación de salir al trote.

El Quijote como obra viva "ha sabido adaptarse al paso del tiempo como pocas otras han logrado hacerlo", afirma Francisco Borge, vicerrector de Extensión Universitaria. La Universidad unió fuerzas con Tribuna Ciudadana y con la Escuela de Arte en estos "400 años con Cervantes", cumpleaños de celebración tibia en España.

La exposición tiene sus moralejas, como ese libro que sólo conserva su caparazón y cuyo interior ha sido vaciado. Un libro sin entrañas pero convertido a la vez en una ventana a la que asomarse.

Toda una alegoría de la literatura, aunque con mensaje menos explícito que el que da la bienvenida al visitante, en forma de post-its varios sobre una de las paredes iniciales de la sala: lee, lee todo, lee siempre, lee sin miedo, lee entre líneas, lee a oscuras y lee mucho.

Cervantes agradece el esfuerzo.

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