Verdi tuvo que lidiar una larga batalla con la censura para poder estrenar su "Rigoletto" en 1851 en el Teatro de La Fenice de Venecia. Pidió en varias cartas a su libretista, Francesco Maria Piave, fidelidad a la hora de adaptar la obra de Víctor Hugo "El rey se divierte", seducido por la profundidad dramática de la trama y sus personajes. Guy Joosten, director de escena de la ópera que está ensayándose en el Campoamor y que se estrenará el próximo día 26, asegura que junto a la partitura de Verdi y al drama de Víctor Hugo, la correspondencia entre Verdi y Piave fue fundamental para su propuesta escénica de "Rigoletto". Esta producción de Joosten lleva alrededor de veinte años representándose en los escenarios de todo el mundo. Asegura que las óperas de Verdi han constituido una parte fundamental en su carrera, y porque es junto a Mozart uno de sus autores más admirados. Además de su trabajo como director, también desarrolla una labor como docente en universidades y conservatorios en Holanda, Barcelona y Tel Aviv, y dirige la International Opera Academy, en Gante.

-¿Cuáles son las claves de esta producción?

-Quizá la mayor particularidad de la ópera de Verdi es que él no escribe sólo música que funciona y se desentiende de la parte escénica. Verdi fue un hombre de teatro, y la música que escribe tiene la finalidad de servir a la escena. Todo lo que Verdi quería provocar en el público queda claro tan sólo con leerse el libreto. En las puestas en escena, no creo en la innovación por sí misma si no está justificada, aunque es cierto que hoy día hay mucha gente en la ópera que trata de buscar cosas novedosas que no se hayan visto nunca antes, pero no es mi estilo, y no me preocupa si mi puesta en escena es tildada como tradicional o no.

-¿Cómo describiría usted el universo en el que se mueven los personajes?

-"Rigoletto" es un drama extremadamente masculino, en el que las mujeres quedan reducidas a simples objetos. Los personajes femeninos son opuestos y existe entre ellos un contraste extremo. Por un lado está Maddalena, la cortesana, y en el otro Gilda, una muchacha tremendamente femenina, inocente e ingenua. Creo que "Rigoletto" podría describirse como una obra en las que las mujeres tienen la capacidad de soñar, pero quienes deciden el destino son los hombres. Esto se cumple especialmente en el caso de Gilda, que es una joven huérfana de madre, y sin capacidad de decisión sobre nada, ya que su padre es quien pone los límites y quien decide lo que ocurre en todo momento. De hecho, Verdi da a entender con su música cómo Gilda se libera, cuando deja este mundo, de todas las restricciones que su padre le había impuesto. Por su parte, Rigoletto es un hombre totalmente atormentado, y a nivel psicológico es devastador para su hija. Finalmente, el Duque es banal, y tan sólo utiliza a las mujeres como un objeto cualquiera. Sin embargo, aunque posee todo cuanto desea no es feliz.

-¿Cuál es el mensaje que quiere transmitir con esta puesta en escena?

-Me gustaría transmitir estas situaciones de desigualdad entre hombres y mujeres, pero también se dan en esta ópera otras tensiones similares, como por ejemplo la que existe entre la gente rica, perteneciente a la nobleza y los pobres. Podría decirse que no existe en ninguno de los dos casos una relación de respeto entre las partes, y eso genera muchos problemas en la trama, que tienen consecuencias desastrosas, hasta el punto de que los personajes llegan incluso a perder aquello que les es más querido, como le ocurre a Rigoletto con Gilda. La suya es una historia que todavía hoy mantiene su vigencia, y si nos paramos a pensar no han cambiado todo lo que deberían algunos comportamientos en la sociedad actual.

-Esta producción de "Rigoletto" cuenta con una gran trayectoria en los escenarios ¿Qué ha cambiado en este tiempo?

-Estrenamos esta ópera hace veinte años en Flandes. Fue mi segunda producción de una ópera de Verdi, tras "Un ballo in maschera". Este "Rigoletto" fue una de las primeras óperas en proyectarse en los cines y en las plazas públicas. En 2010, tras representarse en Francia, tuvimos que volver a hacer gran parte de los decorados. Con el paso de estos años he tenido que hacerme cargo también del vestuario porque la persona que se encargaba de ello en un principio se retiró, y los vestidos habían cambiado, así que decidí encargarme personalmente. Cuando empecé no era director de escena, trabajé como técnico para colocar el decorado, y también en el taller de costura, así que no me importó hacerme cargo del vestuario; todo ello me ha dado una visión global.

-Además de la dirección escénica, también se interesa por la pedagogía.

-Es mi gran pasión. Es muy importante que aquellos que estamos trabajando en el teatro intervengamos en la formación de los jóvenes que el día de mañana quieres dedicarse a esto, porque existe a menudo un gran abismo entre la etapa de formación y el mundo laboral. Actualmente dirijo la escuela International Opera Academy, y en esta producción de "Rigoletto" contamos con dos alumnos. Estoy muy contento de que la Ópera de Oviedo permita su participación.