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¿Tenías que ser tú?

Una comedieta sin gracia que estira sus chistes a mayor gloria de Franco y un desubicado Bryan Cranston

Imaginen a James Franco con un gran bigote hablando del estado de sus genitales con su novia vía internet. Si después de leer este inocente spoiler (ocurre al principio, no reviento nada) siguen queriendo ir a ver ¿Tenía que ser él? yo me lavo las manos y no insistiré en desaconsejar la visión de lo que sigue salvo que a alguien le caiga bien Franco (me han ofrecido fundar un club de Espectadores Que No Soportan a JF, me lo estoy pensando) y le hagan gracias sus poses y sus caritas raras.

Lo que realmente perturba de esta nadería de chistes bobalicones no es que el citado Franco salga en otro momento enseñando el culo por vías virtuales ante el pasmo de la familia de su modosita novia. No: lo que invita a alzar las cejas es qué demonios hace alguien como Bryan Cranston en semejante lodazal. Ya nos hemos acostumbrado a ver cómo Robert De Niro arrastra su nombre por títulos que van de lo infame o lo horrendo pero es muy desagradable ver a alguien que aún conserva intacto su prestigio aceptando unir su nombre a una de las peores películas del año. Toma el dinero y corre. Y, con todo, es lo único que se salva de la quema pero qué incómodo es ver cómo intenta salir airoso del gag del inodoro robotizado, estirado hasta el hastío, al igual que el otro momento "cómico" importante en el que el pobre Cranston hace de espía / hacker mientras...

No, no hay más spoilers. Sólo advertir que, como pasa a menudo con este tipo de tinglados que van de gamberretes, el desenlace es conservador, ñoño y especialmente ofensivo para los fans de cierto grupo musical de rock que acepta participar en el desaguisado.

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