Víctor Balmoral es periodista cultural. Le llega un encargo de un instituto que fomenta la ética empresarial. Debe escribir un informe sobre un gran empresario, mecenas y político fallecido que les ha legado diez millones de euros. Su nombre, Alejandro Casabona. ¿Una herencia envenenada? Balmoral, para quien la vida es, ante todo, una oportunidad, tiene la complicada tarea de averiguarlo. Y el lector disfruta de sus pesquisas en El informe Casabona, narradas con destreza por un preciso domador de palabras como es Sergio Vila-Sanjuán -que, por cierto, utilizó el pseudónimo de Víctor Balmoral en sus comienzos-, para realizar de un retrato "lleno de claroscuros de un capitán de empresa, evitando la caricaturización a la que a veces son sometidos. Me interesaba explicar una personalidad activa y magnética que en su relación con el mundo real tiene que hacer frente a constantes desafíos éticos, personales y familiares, que a veces supera y a veces generan daños colaterales. Un tema que me parece muy actual".

Además, Casabona simboliza también a "un tipo de capitalista español crecido en el franquismo pero de convicciones democráticas, culto y refinado; que en la Transición apostaban por una política de centro con lo que quedaron fuera del esquema bipartidista que se impuso finalmente". La intención era mantener "un tono un poco de fábula, sin caer en excesivos detallismos ni localismos -a diferencia de mis dos novelas anteriores, que eran en parte crónicas barcelonesas-. Por eso los personajes tienen un enunciado deliberadamente arquetípico (La Hija Ambiciosa, El Amigo relegado, El Yerno Desleal...)".

Para dar dinamismo a la novela eligió "una estructura próxima a la novela de suspense pero que no sigue del todo sus reglas. No se trata de una investigación policíaca sino de una investigación biográfica. El admirado modelo de referencia sería la película de Orson Welles Mr. Arkadin". El investigador es un periodista cultural, como el propio autor, y "le he prestado algunas anécdotas personales pero en general se trata de un personaje muy diferente de mí". La profesión del periodista aporta una inteligente forma de resolver los encuentros transcribiéndolos como entrevistas. A la hora de dar "densidad" al magnate Casabona, "explicar la trayectoria de su fortuna -y con la suya, la de muchas familias de la oligarquía española-, era obligatorio remontarse a la guerra civil. He introducido una pequeña novela dentro de la novela, centrada en un episodio muy olvidado pero muy impactante, la persecución religiosa en la Barcelona de la Revolución anarquista".

Atención a un curioso hilo conductor simbólico: las sempiternas corbatas color verde del personaje.Y es que "a cada interlocutor le da una explicación diferente de por qué las usa: para significar suerte, dinero, ecología o militancia monárquica. Como en su corbata, cada uno de los personajes interrogados por el periodista Víctor Balmoral verá en Casabona a un hombre diferente". ¿Será aceptado el legado de Casabona tras la finalización del informe? Para saberlo hay que llegar al final de una novela que alberga, además, una rotunda defensa del papel del periódico de papel, que regala "la reflexión de fondo, el contacto táctil, el tamaño acogedor, la visión jerarquizada del conjunto".