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Las claves de la donación de Arango al Bellas Artes

Los expertos destacan la variedad del conjunto, la calidad de las piezas y su encaje en los fondos del museo asturiano - Buena parte de los cuadros fueron repatriados por el empresario, que los adquirió a coleccionistas extranjeros

Plácido Arango

La gran donación de Plácido Arango al Museo de Bellas Artes de Asturias, esas 29 obras que completan y engrandecen las colecciones de maestros antiguos, pintura moderna y arte contemporáneo de la pinacoteca, ha cosechado el elogio unánime de los expertos. "Cualquier museo del mundo querría contar con ellas en sus fondos", afirmaba el director del museo, Alfonso Palacio, al anunciar la donación. Y tres conservadores del Museo del Prado, Javier Barón, Javier Portús y Leticia Ruiz, lo confirman y apuntan las claves que hacen de esta relevante donación un hito histórico para el Museo de Bellas Artes y para el conjunto del patrimonio asturiano.

Variedad temática y de épocas. Uno de los aspectos que más destaca del conjunto es la variedad de las obras que componen la donación. Entre las 29 obras, 30 si se cuenta además el "Otoño vascongado" de Darío de Regoyos que Arango donó al museo en 2006, se puede trazar un recorrido a través de cinco siglos de historia del arte español: desde 1485, año en el que está fechada la "Tabla del Nacimiento de la Virgen", hasta 1992, cuando el malogrado Juan Muñoz realizó su escultura "Balcony with Two Figures". Pero además, se tata de obras de gran calidad: "Son piezas muy escogidas, de gran calidad e interés, como corresponde a un coleccionistas experto que, durante su trayectoria, se ha dejado guiar por su propio criterio y que ha estado siempre en contacto con todo lo que es el medio del arte, con críticos e historiadores", reflexiona Javier Portús, Jefe de Conservación de Pintura Española hasta 1700 del Museo del Prado.

Obras representativas. La calidad de las piezas se aprecia además en que todas son obras muy representativas de sus respectivos autores, o al menos de períodos determinados de su producción. Es el caso de piezas como la "Piedad" de Juan de Morales. "Se conservan muchas versiones de la 'Piedad' de Morales y su taller, pero esta es 100% de su autoría, una obra de muy buena calidad", explica Leticia Ruiz, conservadora del Departamento de Pintura del Renacimiento del Museo del Prado. Algo similar podría decirse del resto de autores del conjunto, e incluso de obras de artistas menos conocidos o que parecen menores respecto a otros gigantes integrados en la colección. Portús, sin ir más lejos, señala cómo las obras del Siglo de Oro reflejan el auge de determinados géneros: "'El banquete de Ester', de Francisco González, representa muy bien el interés de algunos artistas españoles por la pintura de arquitectura. E igualmente, la obra de Zurbarán lo hace con los cuadros de género histórico". Por su parte, Javier Barón, Jefe de Conservación de Pintura del XIX en la pinacoteca madrileña, incide en que las distintas obras se pueden adscribir a las mejores etapas de sus respectivos artistas: "No hay más que ver el cuadro de José Gutiérrez Solana, que es de los años 20, una época muy importante en su producción, el Zuloaga o, en otra época, el díptico 'FIAC '76' de Guinovart, una de sus obras más certeras".

Autores con poca producción. La donación sirve además para reivindicar la figura de autores con escasa producción conocida, generalmente por haber fallecido de manera prematura. En este ámbito destaca la presencia de dos pintores del primer cuarto del siglo XVII, fallecidos ambos con unos pocos años de diferencia y tras haber podido completar una producción reducida: Rodrigo Villandrando y Alejandro de Loarte. "No es nada fácil ver obras de estos autores. De Loarte, que es un pintor con una producción interesantísima pero muy reducida porque murió muy joven, en el Prado tenemos apenas cuatro obras. Son aportaciones realmente importantes para cualquier museo, y enriquecen muchísimo el panorama pictórico", sostiene Leticia Ruiz.

Obras inéditas. Además de recuperar obras de autores poco conocidos, la donación ha permitido el acceso a obras muy poco vistas o directamente desconocidas para el público en general y gran parte de los especialistas. "La 'Piedad' de Luis de Morales está inédita, y las dos tablas de Juan Correa de Vivar sólo se pudieron ver en una exposición anterior", explica Leticia Ruiz. Algo similar pasa con el retrato de "Margarita de Austria" realizado por Juan Pantoja de la Cruz, parecido a otro que se conserva en el Museo del Prado pero también inédito, o el "San Buenaventura" de Claudio Coello. Una circunstancia que además crea un rico diálogo entre estas obras y otras como "El Infante P. Bustos de Lara", de Francisco de Zurbarán, que cuenta con un impresionante pedigrí: desde 1957 ha pasado por más de una docena de exposiciones en Europa y América.

Excelente conservación. Aunque los distintos especialistas reivindican la importancia del conjunto, más allá de obras individuales, sí coinciden al destacar el "Retablo de la Flagelación de Leonor de Velasco" como una de las piezas más relevantes de la donación. La explicación, aparte de por la calidad intrínseca de la pieza realizada por el Maestro de Oña (Fray Alonso de Zamora) y un segundo pintor del entorno del Maestro de la Visitación, es por la imposibilidad de acceder a una obra que está fuera de mercado. "Es una pieza excepcional y de un valor notable. Conserva incluso la mazonería original", explica Leticia Ruiz, en alusión a las piezas arquitectónicas que separan las calles del retablo. En este sentido, los expertos celebran además el excelente estado de conservación que presentan todas las obras objeto de donación. Algo que atribuyen al rigor de Plácido Arango a la hora de custodiar las obras de su colección, y a su amor por el arte.

Recuperación del patrimonio. La donación pone de relieve, además, una faceta poco conocida del Arango coleccionista: su labor en favor de la recuperación del patrimonio español en manos foráneas. Porque entre las obras donadas por el empresario hay un buen número que el astur-mexicano adquirió, bien de manera directa bien a través de subastas, para posteriormente repatriarlas. Todas las obras donadas se encuentran en suelo español, en concreto en propiedades de Arango en Cáceres, Madrid y Toledo, y ahora pasan, a través de su incorporación al Bellas Artes, a ser propiedad de todos los asturianos, como lo eran también los padres del empresario: Jerónimo Arango y María Luisa Arias. Entre las obras repatriadas figuran piezas como "San Agustín", de Juan de Juanes; "El Infante P. Bustos de Lara", de Francisco de Zurbarán; "El banquete de Ester", de Francisco Gutiérrez; "Salomé bailando ante Herodes", de Juan de Valdés Leal; o "Buffalo, Señor de Montmartre", de Ignacio Zuloaga.

Encaje en el Museo. Pero más allá de su valor específico, la donación de Arango destaca por su perfecta imbricación en las colecciones del Museo de Bellas Artes de Asturias. Las obras cubren lagunas existentes en los fondos de la pinacoteca y complementan colecciones concretas. En el caso de las piezas del barroco, Portús incide en que "se trata de obras muy escogido que aporta mucho a la ya de por sí estupenda representación de los pintores de esa época con la que cuenta el museo". En cambio, la incorporación de once obras de la segunda mitad del siglo XX permite al Bellas Artes, en palabras de Javier Barón: "completar las colecciones del museo con obras de una época de las que el museo apenas tiene fondos, ya que no tiene más que lo que pudo adquirir en las bienales 'Ciudad de Oviedo'. Pero lo hace, además, con obras muy relevantes y con nombres de primer nivel y cubriendo distintos estilos, lo que hace de este un núcleo muy importante de la donación".

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