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Los violentos años veinte

Condenado a pagar el resto de sus días por el éxito de esa obra cumbre del "spoiler" más tentador del mundo que es El sexto sentido, M. Night Shyamalan llevaba un largo tiempo perdido de descalabro en descalabro hasta que dio un volantazo con La visita y se hizo socio del club de la triple H: humor, humildad y habilidad. No era ninguna maravilla pero estaba lejos de los desastres previos. Se esperaba con expectación su nueva jugada y la acogida está siendo favorable aunque tampoco estemos ante una película memorable. De hecho, visualmente tiene poco del sello Shyamalan, que incluso en sus peores trabajos deja algunas ideas extraordinarias. Aquí concentra lo mejor en su arranque: miradas que esconden secretos, silencios amenazadores, espejos retrovisores que anuncian el horror, un secuestro contado con una capacidad máxima para extraer inquietud de los detalles más mínimos.

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