Llegaba la década de los años 70 del pasado siglo a su fin cuando Julio Cortázar, asomado a las enormes ventanas de sus ojos, publicaba el libro "Un tal Lucas", en una de cuyas historias consideraba a los gatos "una llamada" desde otro mundo, los comparaba con teléfonos y aseguraba que "un descubrimiento parecido suscita una cierta sorpresa, puesto que nadie está habituado a que los teléfonos vayan y vengan y sobre todo que beban leche y adoren el pescado". Era la forma juguetona de escribir, de entender la vida, del genio argentino nacido en Bruselas en 1914, una manera de fatigar la realidad que conecta con los niños a los que está dirigida la colección Otros héroes/ Otras princesas y cuyo primer protagonista masculino es, precisamente el famoso creador de los Cronopios. Esta y las demás obras de la serie surgen de la colaboración entre las editoriales Chirimbote y Maime Mujer, quienes, hartas de oír hablar siempre de "princesas tan bien vestiditas que no pueden salir a jugar y ensuciarse" y de superhéroes portadores de unos poderes que tan lejos nos quedan, decidieron mostrar a los más pequeños esos personajes de la historia que realmente consideran importantes, los que se convirtieron en símbolo de una realidad diferente gracias a una obra más allá de cualquier convención, los que se ensuciaban una y otra vez como lo hacía la antipricesa Frida Kahlo con sus pinceles generadores de mundos oníricamente reales. La pintora mejicana, injustamente más conocida por su icónica imagen de poblado mostacho (y que ella misma potenciaba) que por su riquísima obra, fue elegida para iniciar esta colección enteramente escrita por Nadia Fink e ilustrada por Pitu Saá, ambos argentinos, por la que desfila un buen puñado de personajes que siempre miraron un paso más allá; así, los niños -y muchos padres y madres- ya pueden conocer, de forma divertida, la obra y vida de Violeta Parra, Eduardo Galeano, Juana Azurduy y Che Guevara, a los que muy pronto se unirán Clarice Lispector, Mercedes Sosa o Gabriel García Márquez, entre otros antihéroes y antiprincesas que marcaron y cambiaron el rumbo de pequeños y grandes acontecimientos.

Estos libros son un juego hacia el aprendizaje, una rayuela (cascayu diríamos aquí), que termina con numerosas y divertidas actividades: ¿quién se atreve a dibujar, tal como se las imagina, un Cronopio, una Fama o una Esperanza, esas mágicas criaturas cortazarianas?, ¿quién a pintar un autorretrato ayudado de un espejo, a la manera que Frida lo hacía en sus largas convalecencias? Los peques aprenderán a conocer, casi sin enterarse, el arte, la literatura, la música y las circunstancias históricas que rodearon a estos personajes, y lo harán de la mejor manera posible: disfrutando, o sea, sin esfuerzo alguno.

Estos libros serían uno de los mejores ejemplos de esa literatura infantil cada vez más abundante que ofrece otro punto de vista en una sociedad vertiginosamente cambiante y que pretende ser menos sexista, menos violenta, más justa y solidaria, por mucho que algunos inquietantes mandatarios levanten muros. Por todo ello estos libros no son sino otra pequeña revolución, que, como explican en sus páginas, no es otra cosa que "cambiar las cosas que están mal entre muchos y muchas".