El equilibrio entre acción desenfrenada, humor revoltoso y guiños procedentes que hacía de La Lego película un trabajo casi perfecto en su género da paso en esta aproximación al universo Batman a una obra demasiado empeñada en acelerar el ritmo y convertir la pantalla en un carrusel desbocado de peripecias. Y a veces, satura.

Pero no seamos aguafiestas: el entretenimiento, queridos padres, está asegurado. Los críos se lo van a pasar en grande y puede que incluso se olviden de comer palomitas en algunos tramos. Es saludable echarse unas risas a costa de un personaje que se ha tomado demasiado en serio en las versiones de carne y hueso. Y su arranque es una pasada.