El fin justifica los medios, escribió Napoleón en la última página de su ejemplar de 'El príncipe' de Maquiavelo. Aplicado al caso del fenómeno 'youtuber', podría decirse que el fin es acumular el mayor número de visitas a sus vídeos, y los medios, la primera estupidez que se les pueda pasar por la cabeza.

Las ansias de fama son tales, que los mecanismos de razonamiento quedan completamente obnubilados. En ocasiones preparan bromas de mal gusto, algo que les lleva unos minutos que no sería descabellado pensar que se convierten en horas; graban todo el proceso, comentándolo en voz alta para el potencial espectador del documento; ejecutan el disparate de turno que, ya sí, confirma el agravio que por otra parte era evidente que iba a ocasionar en el receptor; y aún así, no les suena la más mínima vocecita en la cabeza que les avise de que lo que han hecho está mal, y lo último que deberían hacer es publicarlo y alardear de ello. No solo por no humillar a su víctima públicamente, sino porque además puede acarrearles graves -aunque merecidas- consecuencias legales.

Ya demostró esta forma de actuar el 'caranchoa', al que siguió el caso de las galletas con dentrífico. El último ejemplo polémico ha ocurrido durante esta semana. En esta ocasión, el 'youtuber' Abel García rociaba con un gas lacrimógeno a un repartidor de pizzas cuando acudía a su domicilio a entregar el pedido.

"Viene el 'pizzero', mirad la sorpresita que le tengo preparada", anunciaba el agresor mientras mostraba un bote rojo en el que se podía leer "Defensa personal". Otra cámara situada en el descansillo de su piso grababa la llegada del repartidor.

García recogió la pizza y volvió al interior de su domicilio con la excusa de coger el dinero. Es en ese momento cuando aprovecha para rociar la pizza con el 'spray' de pimienta y llevar a cabo su sofisticado plan. Al volver a la puerta, le comentó al repartidor que a la pizza le pasaba algo, abriendo la caja y liberando el gas lacrimógeno frente al rostro del agraviado.

El recadero nota los efectos del gas en sus ojos y los cierra, dolorido. En este momento, García cierra la puerta mientras el repartidor trata de recomponerse para pedir, todavía afectado, el dinero de la pizza. Sin abrir la puerta, le informa gritando que tiene el dinero tirado en el suelo.

Las redes sociales no tardaron en criticar el vídeo, mientras el 'youtuber' alardeó -incluso mostrando orgulloso las advertencias de su padre tras ver el vídeo- y anunció que si llegaba a los 200 'likes', grabaría una nueva parte.

Se desconoce si el repartidor piensa interponer medidas legales.