"Se le vio, caminando entre fusiles, por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada. Mataron a Federico cuando la luz asomaba". Los versos de Antonio Machado sobre la muerte de García Lorca desafían a un país incapaz de dignificar la sepultura de unos de sus grandes creadores. Especialmente, porque no hay manera de encontrar sus restos. La fosa en la que reposa el cadáver del poeta andaluz, asesinado entre el 16 y el 17 de agosto de 1936 en algún ignominioso lugar entre Víznar y Alfacar (Granada), ha sido objeto de una búsqueda intermitente que dura ya ocho décadas. Pero los resultados de la última campaña, la que emprendió el pasado otoño un equipo liderado por el arqueólogo Francisco Javier Navarro y el investigador Miguel Caballero, prometen dar un vuelco a esta pesquisa, ya que concluyen que los restos de Lorca y de los tres hombres ejecutados con él -el maestro republicano Dióscoro Galindo, y los anarcosindicalistas y cabecillas de la lucha campesina granadina Francisco Galadí y Joaquín Arcoyas- fueron exhumados y trasladados, desde la fosa en la que fue sepultado el poeta, poco tiempo después de su ejecución.

El informe final de las investigaciones, que de hecho se encaminaban a buscar los restos de Dióscoro Galindo, fue presentado ayer en Madrid por los miembros del equipo. Los investigadores apoyan sus conclusiones en el hallazgo de restos balísticos que apuntan al yacimiento investigado, el Peñón del Colorado en la zona de Llanos de Corbera, como lugar de ejecución y enterramiento en la época en la que fue ejecutado Lorca, para lo que las tropas insurgentes, acuarteladas en las cercanías, aprovechaban la presencia de antiguos pozos excavados para buscar agua.

Varias investigaciones precedentes apuntaban a esos pozos, especialmente después de que el general Fernando Nestares ubicase allí el enterramiento. Pero esto no ha impedido que la zona donde se suponía que estaban los restos de una de las grandes figuras de la literatura española del siglo XX sufriese diversas modificaciones a lo largo de los años. Según detallan los investigadores, en 1978, esa zona se usó para hacer acopio de materiales para construir una carretera; en 1990 se instaló allí un circuito de motocross, y en 1998 se removieron las tierras para hacer un campo de fútbol. Una obra, esta última, paralizada en medio de un gran escándalo internacional.

En paralelo, se han emprendido diversas campañas arqueológicas, pero los restos de García Lorca siguen sin aparecer. Un hecho que, a juicio de los investigadores, se explica por un traslado posterior, en fechas relativamente próximas a las del asesinato. Navarro y Caballero indican: "La evidencia de que el terreno ha sido removido de forma manual, unido a la ausencia de restos humanos, concuerda con la posibilidad de una exhumación de los cuerpos allí enterrados". Una exhumación, precisan, que tendría que haberse realizado antes de que "los cadáveres llegaran a la esqueletización", pues de lo contrario se tendrían que haber encontrado restos como botones o hebillas.

Esta conclusión coincide con el testimonio de Antonio Gallego Burín, recogido por la escritora Marta Osorio, que habría tenido conocimiento de que el cadáver de García Lorca habría sido "trasladado desde su enterramiento primero hasta una de las fosas grandes, para evitar que nadie pudiera encontrarlo, dado el impacto que habría ocasionado su asesinato". Algo que también se habría hecho con los cuerpos de los otros tres ejecutados.

"Labrad, amigos, de piedra y sueño en el Alhambra, un túmulo al poeta", rogaba Machado. Un deseo que tendrá que seguir esperando mientras continúa la interminable búsqueda de la última morada de García Lorca. Mas la pista decisiva, alertan Navarro y Caballero, podría no estar en Alfacar, sino en los archivos del Ministerio del Interior, donde debe haber informes sobre el asesinato y posterior traslado de los restos. Estos investigadores añaden que no han podido acceder a esta documentación. Caballero está convencido de que Interior tiene que tener informes "certeros y detallados" del asesinato y del posterior traslado de los cuerpos.

Asegura que, pese a haberlos solicitado, siempre le han sido remitidos "despersonalizados y de forma incompleta". Ve en ello "falta de voluntad política". "Sigue siendo un tema muy peliagudo, que genera controversia y abre heridas", se lamenta.