Definir el concepto de sexo se ha convertido en los últimos años en una tarea universal que inunda hojas de revistas y páginas en Internet. La palabra "sexo" y las ideas colectivas que tenemos en nuestra cabeza al respecto se han teñido de "marketing", por lo que su sola presencia parece vender y atraer miradas. Echa un vistazo a cualquier kiosko, o a las secciones destacadas de las librerías en estos tiempos: literatura erótica, manuales de auto-ayuda en torno a las relaciones de pareja, escaparates llenos de ideas para usar tu vibrador, etc.

Todo ello, en medio de una sociedad capitalista y de bienes de mercado, parece justificar la generación de contenidos, libros o artículos que, muchas veces sin rigor y sin coherencia, nos hablan de erótica, deseo o placer. Sin embargo, hablar de sexualidad no se limita a hablar de penes, vulva, sexos orales y anales, "como conquistar al chico o a la chica de tus sueños", embarazos y/o infecciones de transmisión genital (que no sexual).

Si queremos hablar de sexualidad necesitamos atender a los procesos por los cuales las personas interaccionamos con las demás y con nosotras mismas desde una identidad sexual que nos sitúa en un mundo global. En esas interacciones entran en juego aspectos relacionados con lo físico, lo emocional y lo social, así como dimensiones que van desde la reproducción, lo lúdico y lo relacional. Y entre todo ello se conjugan palabras como orientación sexual, identidad sexual, transexualidad, intersexualidad.Vale, pero ¿cómo podemos definir la palabra sexo?

Si queremos entender todo lo que hemos dicho en el párrafo anterior vamos a necesitar algo más que una definición. La sexualidad va de la mano de la vida y el desarrollo personal, por lo que no podemos hablar de un concepto único ni estático. Además, en nuestra vivencia sexual entran en juego muchos aspectos que se entrelazan. Sin embargo, si es posible acercarnos un poco al concepto hablando de tres cuestiones fundamentales en torno a la sexualidad.El sexo que tenemos:

Tenemos un cuerpo y partimos de él, es nuestra carta de presentación inicial, nuestro mecanismo de exposición al mundo y gracias al cual nos mostramos y diferenciamos. En él suceden muchas cosas, más de las que podemos ver a simple vista. El sexo que tenemos alude a las cuestiones genéticas, genitales, gonadales€ más allá de pene y vulva, pero muy en relación con lo que ellos y ellas nos cuentan. En sexología hablamos de "proceso de sexuación" como el proceso por el cual nos vamos configurando en torno a un sexo y sus características biológicas, y que puede ir en relación con nuestro desarrollo físico y hormonal. Sin embargo, ese proceso de sexuación no se queda en lo físico, ya que a pesar de que los caracteres sexuales (y sexuantes) primarios y secundarios son los que tienen que ver directamente con la biología, por sí mismo ese sexo biológico que tenemos no nos convierte en hombres/mujeres, si no que necesitamos de otros aspectos muy importantes para auto - representarnos y presentarnos ante los y las demás.

El sexo que somos:

Lo biológico dibuja un borrador, pero no determina. En base a nuestro proceso de sexuación vamos generando un montón de traducciones del mundo en clave emocional y personal, y esas traducciones van a tener mucho que ver en la forma en la que nos entendemos y entendemos al resto. Y todo ello acaba por conformar lo que nos sentimos y lo que nos gusta, o lo que lo es mismo, nuestra identidad sexual (que se basa en la idea de femenino y masculino pero sin estar necesariamente definido por la dicotomía hombre/mujer); y nuestra orientación sexual. Ese vivirse es continuo y puede ser cambiante, ya que a medida que crecemos y vivimos experiencias vamos, también, creando nuestra propia diversidad personal puesta en común en una sociedad multi-característica. Sexualidades, tantas como personas, que deseamos explicitar para darles presencia, divulgarlas, enriquecernos de ellas, y prestarles atención.

El sexo que hacemos:

Aquí ya entramos en el universo de prácticas, placeres y erótica que no está adscrito, por naturaleza, a los encuentros genitales. Hablar, cantar, chupar, besar, acariciar, pensar, meter, rasgar, arañar, agarrar, susurrar, coger, morder, mirar, oler, imaginar. La parte relacional y lúdica de lo que somos y lo que tenemos, puesto en común y compartido con los y las demás o con nosotras mismas. Y ya sabemos que cada cual tiene sus filias€ y que poner normas a la expresión es coartar sus posiblidades y sus potencialidades.

Poner nombre a los aspectos involucrados en nuestra sexualidad es dar valor a todo lo que nos construye como seres sexuados. Dar valor a la sexualidad como algo que vivimos permanente, aunque no tengamos pareja o no tengamos relaciones eróticas, es entender que somos sexo y construimos sexo más allá de tener encuentros íntimos o no. Y ser y construir sexo nos ayuda a tomar conciencia de nuestro cuerpo, nuestras emociones, y nuestras maneras de expresarnos.