Niñas, niños y jóvenes: ya sabéis lo que dice George Steiner, que lo que no se nombra no existe. Ah, ¿que no sabéis quién es el señor Steiner? Da igual, vosotros leed, dejad que os entre el gusanillo del negro sobre blanco y, casi sin daros cuenta, conoceréis a todos los grandes autores que existen (porque tienen nombre) y han existido (porque tuvieron nombre). Hay incluso estudios científicos que avalan la importancia de los apelativos y que aseguran que el nombre que tus padres o demás familia eligen para ti va a influir en tu destino. Esto que suena tan grandilocuente, se entiende de forma fácil si pensamos en ese nombre que prácticamente odiamos porque lo llevaba el abusón de la clase o aquel por el que sentimos una enorme simpatía por el simple hecho de que pertenecía a aquella o aquel compañeros de curso que nos convirtieron en apenados jóvenes Werther durante toda la primaria. Por eso se entiende que los nombres influyan en muchas personas a la hora de escoger trabajo, pareja o mascota. Algunos psicólogos se han atrevido a afirmar que influyen incluso ¡en nuestra esperanza de vida! En cierta manera los nombres nos moldean desde el momento que nos definen. Consciente de todo esto es el escritor zaragozano Daniel Nesquens quien se propuso escribir algo "parecido a un bestiario de nombres, sin ningún criterio, como todo lo que hago. Nombres de todo tipo y condición: vetustos, remotos, arcaicos, modernos, contemporáneos... Atendiendo a un simple orden alfabético, sin más", y que, en colaboración con el ilustrador turolense Alberto Gamón, alumbró la obra Hasta (casi) 50 nombres, editada por Anaya, una selección divertidísima y que os enganchará desde el primer ejemplo. Como botón de muestra, escogemos a Adelina: "Las Adelinas son exigentes, responsables, de naturaleza emotiva, y suelen proponerse metas muy difíciles. Mi tía Adelina, por ejemplo, se propuso que su hijo (mi primo Yuri Alberto) fuese astronauta. Así que lo primero que hizo después de enterarse en la ecografía de que lo que llevaba dentro era un chico, fue convencer a mi tío Ángel para cambiar de piso. Mi tío, con contactos, y dinero, compró un ático completamente reformado en un edificio de veinte pisos. Ya no se podía estar más cerca del cielo en nuestra ciudad. A mi tía se le saltaban las lágrimas cada vez que se asomaba a la ventana y veía las nubes tan cerca...". Delicioso.

Pero aunque el nombre nos defina, no se nos puede olvidar que podemos cambiarlo y escoger el que consideremos más adecuado, es el caso de la catalana Alicia Güemes, conocida artísticamente como Laurielle, autora del cómic Por siempre jamás, editado por Babylon y que es un ejemplo de metahistoria en la que Maite, la protagonista, es una dibujante que en mitad de una obra que estaba llevando a cabo se queda sin ideas y la abandona, por lo que sus propios personajes, de repente huérfanos, deciden venir a buscarla para que la termine. Maite se ve, tras el susto inicial, inmersa en la propia trama que ha creado y tendrá que compartir aventuras con los roles nacidos de su imaginación.

Por siempre jamás es la primera obra en solitario de Laurielle, muy conocida en el mundo del manga y de la ilustración por la obra El vosque (sí, sí, con uve, no es ninguna errata), una autora muy a tener en cuenta.