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Al Bellas Artes no le cuadran las cuentas

La pinacoteca sufre desde 2011 una reducción en las aportaciones públicas que le impide salir al mercado y ampliar plantilla - La alternativa al cobro de entradas pasa por la coordinación de las administraciones y la implicación incentivada del sector privado

Al Bellas Artes no le cuadran las cuentas

El debate en torno a la financiación del Museo de Bellas Artes de Asturias se está centrando en una aspecto concreto cuya incidencia en las cuentas de la institución no está clara: el cobro de entradas. Un aspecto, no obstante, que oscurece otras cuestiones quizás más relevantes para garantizar el asentamiento, incluso el crecimiento, de una pinacoteca cuya posición entre los grandes museos del país no tiene el reflejo debido en la implicación administrativa y social.

Que el Bellas Artes tiene problemas de financiación es evidente. El presupuesto del museo sufrió en 2011 un recorte dramático que ha provocado que, desde ese año, no se hayan vuelto a superar los dos millones de ingresos. Ese punto de inflexión parece deberse a confluencia de la crisis económica con el inicio de las obras de ampliación de la pinacoteca.

La limitación presupuestaria del museo le impide salir al mercado a adquirir nueva obra y ampliar su plantilla. Si bien la aportación de algunos mecenas y una adecuada gestión están permitiendo paliar lo primero, en lo referente a los medios humanos la situación es dramática. El museo, especialmente tras su ampliación, precisa de, al menos, seis nuevos empleados entre restauradores, conservadores y personal de sala.

Ante esta tesitura, parece evidente que el museo precisa bien de una aportación más generosa por parte de las dos administraciones en liza, bien de un cambio en su modelo de financiación. De momento, la única propuesta sobre la mesa es la presentada por el PP, que implica cobrar entrada.

Aunque se teme el impacto que esta medida pueda tener en el saldo de visitantes del museo, lo que no está claro es que sea efectiva para sus arcas. El modelo más claro es el del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que cobra a sus visitantes entre 3 y 9 euros, en función de la edad y otros factores, y que también oferta algunas horas de acceso gratuito. En 2016, el museo bilbaíno registró 269.978 visitantes, que dejaron en sus arcas algo más de 750.000 euros. Teniendo en cuenta el flujo actual de visitantes del Bellas Artes de Asturias, el cobro de entradas, con los mismos ratios que se aplican en Bilbao, apenas dejaría un cuarto de millón de euros en las arcas de la pinacoteca.

La enseñanza es clara: el cobro de entradas, al menos por sí solo, no resolverá los problemas de financiación del museo astur. Claro que el modelo del Bellas Artes de Bilbao, institución de referencia para todos los museos provinciales del país, aporta otras enseñanzas. Para empezar, sólo 4,3 millones de sus casi ocho de presupuesto proceden de las administraciones públicas: el resto de los ingresos proceden, además de la venta de entradas, de un importante volumen de ventas en cafetería y tienda y, especialmente, de las aportaciones de individuos y empresas. Una vía que aporta a la institución más de un millón de euros al año y que el museo ha potenciado con un programa de Miembros Corporativos dirigido a empresas e instituciones que, a cambio de aportar ayuda económica a la institución, reciben el reconocimiento público por ofrecer este soporte.

Lo que el modelo vasco revela es que una colaboración coordinada entre las administraciones implicadas, sin usar la institución como campo de batalla, y la implicación social y de las entidades privadas puede ser alternativas eficaces para dotar de medios al Museo de Bellas Artes de Asturias.

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