El gesto de amabilidad o de humanización que tuvo un supervisor con un paciente ingresado en el hospital del Vinalopó de Elche para que pudiera despedirse de su perro antes de fallecer no solo ha servido para conmover a una buena parte de la sociedad, sino también para abrir la vía a que esta decisión vuelva a repetirse. El Vinalopó, donde este martes Alfonso pudo cumplir el deseo de reencontrarse con Balto, y el de Torrevieja, han decidido estudiar que la entrada de mascotas a las instalaciones sanitarias se extienda y se normalice, pero siempre que se trate de casos muy concretos.

Por el momento, estos dos centros de gestión privada pertenecientes al grupo Ribera Salud han dado el paso para desarrollar la iniciativa, aunque hospitales como el de Alzira no descartan que en un futuro también puedan permitir la entrada de animales, en el supuesto de que haya una demanda.

Así, lo que, por ahora, contemplan las direcciones de los dos hospitales es crear un procedimiento para poder llevar a cabo estas «visitas especiales». No obstante, desde los centros sanitarios apuntaron a que, aunque esta opción todavía tendría que madurar más, pasaría por habilitar una zona específica considerada como un punto de encuentro entre los pacientes y los perros. En este sentido, la idea es que ese espacio fuera independiente del área de hospitalización y de atención del paciente, donde se pudiera garantizar la seguridad y la intimidad en todos los sentidos, además de evitar molestias al resto de usuarios.

Desde el Vinalopó, apuntaron que ya existen programas similares en los que la mascota no llega a entrar al edificio hospitalario y es el paciente el que acude al exterior o zona acotada para poder reencontrarse con el animal.

El paso adelante para permitir visitas especiales surge después del primer caso que se ha visto en Elx esta misma semana, pero también después de que el miércoles en Torrevieja se produjera un acontecimiento similar. Y es que en el hospital de esta localidad costera una paciente, también en estado crítico, solicitó el alta voluntaria para salir a ver a sus perros. La mujer, como no podía abandonar el centro sanitario, debido a su delicada situación, pudo cumplir su voluntad gracias a la predisposición del personal. Los facultativos la bajaron en su cama a una zona semiexterior, que se situaba en un patio exterior del edificio. Allí, su marido la esperó con sus dos perros. Fue una visita de diez minutos, al igual que ocurrió con Alfonso y Balto en el municipio ilicitano. En su caso, el hombre, que sufre insuficiencia cardíaca, respiratoria y renal, además de lo que conlleva pasar de los 90, recibió la visita de su Yorkshire desde su cama y conectado a una mascarilla de oxígeno. El Vinalopó aseguró haber adoptado todas las medidas de seguridad y de higiene necesarias. De hecho, el perro entró a las instalaciones de forma discreta, tras ser lavado, y en un transportín.

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Desde los dos hospitales señalaron que la coincidencia de estas dos situaciones fue absoluta casualidad, pero que ayer, tras conocerse el caso del paciente de 91 años de Elx, también dos usuarios a través de las redes sociales preguntaron a la dirección por la posibilidad de que esta iniciativa pudiera repetirse en caso de que en un futuro familiares suyos estuvieran ingresados.

Ante ello, los centros de Ribera Salud en Alicante han querido abrir la puerta a una medida que muy pocos hospitales tienen en marcha. Lo que sí está permitido en la mayoría de dependencias sanitarias es la entrada de perros guía, tanto a la unidad de Urgencias, como a las consultas, para acompañar a pacientes con diversidad funcional.