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NATALIA LÓPEZ MORATALLA | Catedrática emérita de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Navarra, ayer pronunció una conferencia en el Antiguo Instituto de Gijón

"Las nuevas tecnologías acostumbran a una rapidez con la que el cerebro no puede"

"Los padres deben tener claro para qué necesitan los niños un teléfono en el colegio; yo no lo consentiría si fuera profesora"

Natalia López Moratalla, ayer, en la calle de Asturias. MARCOS LEÓN

Natalia López Moratalla (Granada, 1946) es catedrática emérita de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad de Navarra y trabaja actualmente en un proyecto de investigación sobre el cerebro. Fue presidenta de la Asociación Española de Bioética y Ética Médica y es vocal del Comité de Bioética de España y en la Comisión Nacional de Reproducción Asistida. Invitada por la Sociedad Internacional de Bioética, ayer pronunció una conferencia en Gijón, en el Centro de Cultura Antiguo Instituto (CCAI), titulada "Cerebro adolescente: influencia de las nuevas tecnologías".

-¿A qué edad puede decirse que el cerebro está plenamente formado?

-Hay un periodo muy fuerte de formación con el inicio de la vida y en los primeros años y después hasta el final de la adolescencia. Luego el cerebro sigue toda la vida madurando, ampliando sus capacidades, no tiene límites. Y ya muy al final parece que empiezan a morirse algunas neuronas, pero también se ve, con las investigaciones, que incorporamos más neuronas que tenemos ahí, en un almacén estupendo, y el cerebro, si hay actividad, sigue joven toda la vida.

-¿Se puede decir que a partir de cierta edad madura la actividad intelectual ayuda a que el cerebro se regenere?

-Sin ejercicio mueren las neuronas y el cerebro se va quedando más empobrecido. Al cerebro también le va bien el ejercicio físico. Por supuesto le viene bien leer, pensar, hablar, escribir y todo lo que son actividades intelectuales, por supuesto hacer cálculos, pero también el oxigenarlo con ejercicio le va muy bien y se nota que el cerebro está mas ágil. Lo que es impresionante es la capacidad que tenemos de reserva de células, que empiezan a aparecernos cuando somos fetitos, hacia la tercera semana de vida empiezan a aparecer estas células madre del cerebro y luego se van quedando a medida que el cerebro hace reservas y se multiplican.

-¿Qué es lo preocupante de las nuevas tecnologías de la comunicación para el cerebro de los adolescentes?

-Durante la adolescencia el cerebro, de forma natural, es totalmente inestable y se debe a las hormonas de la pubertad. Lo que ocurre es que tiene que ser así, de otra manera quedaría fijado y para que una persona pueda ser libre el cerebro va cambiando según sus preferencias, su vida, lo que hace, la educación, etcétera. Eso tiene los riesgos lógicos de una fase muy inestable. Lo que ocurre es que las nuevas tecnologías, que son estupendas para muchísimas cosas, nos acostumbran a una rapidez que el cerebro no puede llevar ni en esa edad ni después tampoco. Hoy por hoy el cerebro no puede llevar esa velocidad.

-¿Hablamos de ansiedad y luego de adicción?

-Todo lo que se consigue con las nuevas tecnologías, fundamentalmente por el placer de que es rápido, automático, etcétera, hace que suba la llamada hormona de la felicidad, la dopamina, que es la que genera el sentido de recompensa en el cerebro. Lo sometemos luego a una dosis cada vez más alta para mantenerla, pero llega un momento en que es una trampa, se hace un automatismo que termina en la adicción. Pero lo que estamos viendo también es falta de atención, una impulsividad enorme y unos conocimientos que se quedan muy en la superficie. Al poder tener datos de inmediato de las cosas la solución no tiene el reposo para poder asimilarlo y, al final, mis alumnos ya no hacen trabajos, es que los copiaban empalmando cosas de internet, y cómo es posible que digan una cosa y, a continuación, casi lo contrario sin hacer una reflexión.

-¿Se quedan con los titulares?

-Claro, y con las nuevas tecnologías es una velocidad que no permita pensar, comparar, reflexionar, que es lo que teníamos antes cuando, por ejemplo, había que ir a la biblioteca a buscar un libro... Lo que estamos viendo es la falta de atención, es lo que más preocupa. La atención se desarrolla y no se está desarrollando.

-¿Es desaconsejable que a los niños se les faciliten teléfonos móviles?

-Es muy difícil de aconsejar. Pero ha salido hace unos días un ejemplo muy claro: el contrato entre una madre y un hijo. La madre le compró a su hijo, de unos diez años, un teléfono, pero con una serie de condiciones. Los dos hacen un pacto y está bien. Es muy fácil: la persona tiene que tener un compromiso, no se puede dar un teléfono y ya está, hay que saber para qué lo usa y enseñar a usarlo bien. Es una tarea más para los padres, que se juegan mucho, pero con un poquito de atención el crío tiene que tener un compromiso personal y unos límites que tienen que estar muy claros. Estamos perdiendo la conversación cara a cara, que tiene muchos matices, y también estamos perdiendo mucho de la convivencia humana.

-¿Pero un niño sin teléfono móvil pueder convertirse en el bicho raro del colegio?

-Los padres deben tener claro para qué necesitan los niños un teléfono en el colegio, no deberían llevarlo. Además, están completamente distraídos en clase. Desde luego, yo no lo consentiría si fuera profesora. Pueden estar jugando en clase con el teléfono, en otro mundo, perdiendo el tiempo, y con lo competitivo que está el mundo me parece que es un flaco servicio a la educación.

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