Los latidos de corazones grabados en la década de los años 40 del pasado siglo por el doctor Iriarte y luego editados en discos de pizarra son la base rítmica del espectáculo "Método cardiofónico" que trae este viernes al Niemeyer (21.00 horas, 13 euros la entrada) el vallisoletano afincado en Lugo Germán García (1978). A partir de esos latidos, el músico compone un universo sonoro con instrumentos mecánicos que leen cartones como la rolmónica cromática, el órgano de barbaría o la caja de música y su inseparable zanfona. En escena, cierran el círculo Benxamín Otero (oboe y corno inglés) y David Herrington (tuba y trompeta). Sin duda, un concierto raro, cuando menos original.

-Con la cantidad de instrumentos que podía elegir y acaba usted tocando una rareza como la zanfona... ¿Cómo fue eso?

-La conocí a través de Amancio Prada y me atrajo tanto su sonido como su fisonomía. En aquella época gané un concurso de música y con las doscientas mil pesetas del premio me compré una zanfona de segunda mano.

-¿Y cuántas tiene ahora?

-Una antigua con afinación para música medieval, la que uso en los conciertos y otra en préstamo -en realidad es una lira organizzata, un híbrido de zanfona y órgano- fabricada por el luthier austriaco Wolfgang Weichselbaumer y que es toda una rareza puesto que replica la que tocaba Fernando IV, rey de Nápoles, en el siglo XVIII.

-Caray, ¡qué tiempos aquellos en los que los reyes tocaban música!

-Ya, mucho mejor eso que cazar elefantes, ¿verdad?

-¿Es la zanfona un instrumento en peligro de extinción?

-Puede que lo estuviera en los albores del siglo XX, pero ya no. En España, gracias a la labor de los filántropos lucenses Faustino Santalices y Antonio Fernández fue posible su recuperación y hoy en día Galicia es una comunidad con muchos maestros que enseñan a tocarla. El principal handicap de las zanfonas es su precio: comprarlas supone una inversión cuantiosa.

-Al margen de la zanfona, ¿hay otros instrumentos en riesgo de ser olvidados?

-Precisamente trabajo ahora en un proyecto para recuperar el trabajo que dejó a medias en el siglo XIX un gallego que diseñó varios instrumentos totalmente desconocidos, entre ellos una máquina parlante o las campanas automáticas. A aquel hombre le faltó ayuda para hacer realidad sus creaciones.

-¿Ha cambiado en algo la situación de los mecenazgos musicales en España?

-Pues no, no nos caracterizamos por ser un país muy pródigo en esa materia; baste ver que ni ley existe al respecto.

-Y sin embargo usted se embarca en proyectos a cual más insólito: hacer música con los pulsos del corazón, hacer sonar instrumentos obsoletos, recuperar la música bélica de la Gran Guerra...

-Procuro embarcarme en proyectos interesantes e ilusionantes, para la ración diaria de desgracias ya tenemos a Donald Trump.

-Si el doctor Iriarte grabase hoy los corazones de los españoles como hizo en los años cuarenta, y habida cuenta del estado general de crisis y crispación social, ¿cómo cree que sonaría el disco?

-Con el cuento de la crisis económica nos han vendido la moto de que no acabará nunca para seguir haciendo recortes y más recortes; ahora mismo suscribo un estado de indignación que, desgraciadamente, no expresamos más allá de dar a "me gusta" o "me enoja" en Facebook.