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La picaresca de los clientes de la hostelería

Los reyes del "sinpa" en Asturias

Los asturianos no llegan al "récord" de la familia de 120 miembros que se fue sin pagar de un bautizo en León pero también hay sonadas escapadas dejando la cuenta atrás

El "sinpa" -irse sin pagar de un bar- ha llegado a su máxima expresión en España después de que una familia de 120 miembros se marchase de un bar de Bembibre, en León, donde celebraban un bautizo, dejando detrás un pufo de 2.000 euros. En Asturias, según los hosteleros consultados por LA NUEVA ESPAÑA, los clientes suelen ser "legales", pero también hay "sinpas". Algunos son francamente delirantes, lean.

Félix Gómez, del restaurante gijonés La Carbayera, explica que hay dos perfiles de "sinpa". El que echa a correr, y el especialista, que "establece una relación de confianza para que te relajes y al final te dejan la deuda y la cara de tonto". Gómez relata una de sus experiencias. Todo pura treta. "Dejaron caer que eran amigos de infancia del jefe, que se habían criado juntos e, incluso, me hablaron de sus juegos en el campu la iglesia". Los ingredientes para no desconfiar. "Me dijeron que el café y el cigarrín ya lo tomaban en la otra zona del restaurante. Y lo típico: uno va al baño, otro sale y prepara el coche? y cuando te das cuenta te la jugaron". Aún recuerda la deuda: un entrante de ibéricos, un entrecot, un bacalao a la vizcaína, un vino crianza y dos tartas al whisky. "Te confiaste y te vieron la cara?", dice.

Para cara la que se le debió quedar a un hostelero de la calle de Rivero de Avilés, que vivió un "sinpa" de lo más curioso. "Era una pareja. La chica se marcha, él se mete en el baño. Y tarda. Y no sale. Y no sale. Entramos y el tipo, que era un chaval, se había intentado cortar las venas: un charco de sangre. Le paramos la hemorragia, llegó la ambulancia, lo atienden. Y entonces veo que el chico se va todo consciente. 'Oye, que me parece muy bien el número que has montado, pero que te marchas sin pagar', le digo. Y entonces ve y dice que no tenía un duro", cuenta el hostelero, aún perplejo.

Otro hostelero, esta vez de la zona avilesina de Sabugo, recuerda "a un tipo que parecía que se despistaba cada vez que tocaba pagar". Las camareras estaban cansadas: le servían, el tipo bebía y se marchaba. "Nos avisaron a mí y a mi socio. Le paramos un día. 'Oye, que siempre te marchas sin pagar'. Y nos suelta: '¿Ah, sí?' Entonces marcha directo a las camareras. Así, con el dedo índice les advierte: '¡qué sea la última vez que me voy sin pagar y no me avisáis!".

Jetas los hay también en Siero. El propietario del Llagar de Viella, Juan Valdés, tiene anotado en su lista de morosos con fecha 15 de diciembre de 2012 esta historia: "Eran tres señores habituales y con buena pinta. Recuerdo que era un viernes. Cuando terminaron de cenar, dos salieron a fumar y el tercero dijo que iba a por el coche y que volvía ahora. Como ya los conocíamos, no les prestamos demasiada atención... Hasta que vimos a los del pito correr hacia el coche". Hasta aquí, un "sinpa" de libro. Lo llamativo viene ahora: "El encargado de entonces dijo: 'Estos están fijo en el Models. Voy a por ellos, se van a enterar'". Y así fue: lo que no quisieron gastar en comida, se lo querían gastar en otros servicios.

También en Siero, en el restaurante La Máquina de Lugones tienen bastante experiencia en huidas de parejas que dejan monedas como propinas para simular que han pagado. Aunque para originales en la Pola. La sidrería El Culetín fue testigo de un "sinpa enmascarado". Según cuenta su dueño, Pedro Hevia, un día de Carnaval aparecieron dos personas vestidas de diablo, con caretas y perfectamente tapadas, de tal manera que no se sabía quiénes eran. Ni siquiera si eran hombres o mujeres. El caso es que se sentaron a la mesa y pidieron la comida. Los camareros y los dueños, pensando que eran gente conocida, estuvieron todo el tiempo bromeando con los diablos, que llevaron a tal extremo su anonimato que ni siquiera hablaron. Todo lo que pidieron, lo hicieron por escrito. "Pensábamos que podían ser mis hermanas, que querían gastarme una broma", asegura Hevia. Los diablos se levantaban e iban indistintamente al servicios de señoras y de caballeros, para abundar en el despiste, hasta acabar saliendo por la puerta sin ser vistos. Y sin pagar, claro. "Fue hace tres años, y el misterio de los diablos está aún sin resolver", señala el hostelero.

En Noreña, Fini Torre, directora del Hotel Cristina, explica que hace años existía una "cadena de morosos" en el concejo para poner en alerta al resto de empresarios. "Lo de dormir es más difícil de controlar que las comidas. Es más fácil que te dejen un pufo, por eso yo cuando desconfío pido el dinero por adelantado. El último caso fue una pareja, a la que no le funcionaba la tarjeta de crédito. Dijeron que iban a sacar dinero y no volvieron más", rememora. No obstante, ningún hotel asturiano vivió un "sinpa" masivo como el negocio de Bembibre. Montserrat Abada, que regenta un establecimiento en Cudillero, dice que es "muy raro" que suceda algo así.

Manuel Ángel Menéndez, del restaurante La Casera, en Soto de la Barca (Tineo), confiesa que en su trayectoria vivió hace unos años un "sinpa", aunque reconoce que no es una forma habitual de actuar entre las personas que pasan por su local. "Aquí la gente es legal y siempre paga". Recuerda que la persona que le hizo su único "sinpa" era un "profesional que venía preparado para irse sin pagar". Era un hombre que iba de traje y con varios periódicos en la mano, que pidió una mesa para comer. Tras tomarse el café y una copa le dijo directamente que no le pensaba pagar. "Me dijo que a ver cómo arreglábamos porque no me pensaba pagar, que lo denunciase", relata el dueño de La Casera.

En Mieres, los hosteleros están más que contentos con el comportamiento que, por regla general, tienen sus clientes a la hora de pasar por caja. "Personalmente diría que el comportamiento no es que sea bueno, es exquisito", señala Juan Permuy, veterano profesional que ha regentado tanto restaurantes como bares de copas. En Requejo, no obstante, se dieron varias fugas. El camarero de uno de los establecimientos tuvo que salir no hace muchos meses detrás de un grupo de jóvenes que se habían marchado sigilosamente sin cumplir con sus obligaciones monetarias. El trabajador se remangó y salió corriendo en su búsqueda. "Al final los atrapó camino de la estación y les hizo pagar lo que debían", cuentan en la sidrería Los Valles.

En el oriente de Asturias, los "sinpas" suelen ser veraniegos. Uno de los últimos lo protagonizó una pareja de sevillanos que se marcharon sin pagar una estancia de tres días en el Gran Hotel Pelayo de Covadonga. El hotel, cuenta el empresario Antón Puente, llevó a juicio a la pareja, a la que condenaron a pagar 10 euros de multa durante 45 días, además del abono de la estancia. Otro intento de "sinpa" le ocurrió a Fernando Fondón, del café-hostal Español de Arriondas: "Una pareja vallisoletana me pidió rellenar la hoja de reclamaciones porque no estaban satisfechos con el servicio y cuando se la di me dijeron que si les regalaba la estancia no la rellenaba", algo que Fondón rechazó.

En Oviedo, los pufistas son pocos y hasta resultan graciosos, según relatan los propios hosteleros. Un clásico: piden la cuenta mientras toman el café y el chupito tranquilamente, y antes de marchar dejan unos euros de propina. Pero eso sí, no el dinero de la cuenta.

Este reportaje ha sido elaborado con información de Saúl FERNÁNDEZ, Ana RUBIERA, Manuel NOVAL, Lucas BLANCO, Demelsa ÁLVAREZ, Tania CASCUDO, Cristina CORTE, Patricia MARTÍNEZ, David MONTAÑÉS, Ana SERRANO, Gustavo GARCÍA, Sara ARIAS y Ángel FIDALGO.

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