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ANTHONY BLAKE | Mago, actúa mañana en el Centro Niemeyer

"Estaría encantado de dar una charla al Sporting, aún podemos salvarnos"

"Le digo al espectador que llega al teatro: relájate y disfruta, deja de pensar en tus cosas y cuando salgas sigue pensando en lo que viste"

Anthony Blake mostrando sus manos, en una imagen de archivo. ALBA EGUILUZ

Cuando el mago Anthony Blake (Oviedo, 1958) responde por primera vez a la llamada de LA NUEVA ESPAÑA está echando gasolina en su coche. La segunda vez ya está en la carretera, con el manos libres conectado. Presenta mañana sábado (20.30 horas) en el auditorio del Niemeyer su espectáculo "Más allá de la imaginación".

- ¿Responde si le llamo José Luis Panizo?

-Normalmente, no. Jose me llama mi mujer o algún mago de los de mi época. Blake soy para el resto del mundo. Carlos Herrera me llama "Blaque", con dos sílabas.

- El nombre es raro.

-No se crea. Cuando empecé con esto en Oviedo no había más Panizos que los de mi familia. No estaba ni la joyería. Mi madre no quería que me dedicara a esto, así que era necesario buscar un nombre. Lo encontré en la serie "El mago", que protagonizaba Bill Bixby, que luego sería el Increíble Hulk. Era una especie de Quijote que iba desfaciendo entuertos por el mundo. No podía ver la serie. Cuando la ponían bajaba al bar, pedía una coca-cola y pedía ver el capítulo. "Sí, pero bajito, que nos distraes del juego". Y es que en las mesas se jugaba al tute. Aquel mago se llamaba Anthony Blake. Su nombre artístico era Míster Dorian, pero me parecía pretencioso.

- Se formó a la sombra de Arturo de Ascanio. ¿De qué iban sus trucos?

-Era la nueva escuela de Madrid, la que pretendía hacer magia a un palmo de distancia y es que creía que no era necesario grandes espectáculos: cuanta más cercanía, mayor entretenimiento. Estoy yendo estos días a un local que han abierto unos magos amigos en Madrid: se llama La Grada Mágica. Sólo tiene 40 butacas, Cuando se abre el telón, el espectador más cercano está a un metro y el que más lejos está, a cuatro. Disfruto como nunca.

- Harry Houdini era de montajes enormes.

-Buscaba el reto de lo imposible. En su época no había escapistas y se metió de lleno en el escapismo. Fue el primero en hacer grandes espectáculos al aire libre.

- Recuerdo a David Copperfield, que hizo desaparecer la Estatua de la Libertad.

-Sus especiales los ponían después del discurso del Rey, en plena Nochebuena. Recuerdo que no me movía hasta que hubieran terminado. Y eso que me estaban gritando que ya estaba la cena en la mesa. Cuando le vi volar en el escenario quedé boquiabierto. Ha habido poquitos como él. Lo que consiguió fue llevar la magia a todas las casas. Ahora eso es imposible: no hay programas que cuenten con magos. No hay donde meterse y así es difícil que haya gente nueva en este negocio.

- Usted vadeó bien las teles.

-Lo que había antes eran programas de variedades para toda la familia: un veterinario y un mago como yo; la orquesta de Tony Ronald y una entrevista. Ha desaparecido.

- Si quiero ser mago, ¿dónde me apunto?

-En Madrid está la mejor escuela: la de Ana Tamariz, la hija de Juan. Mezclan los trucos con los monólogos. Hay tres o cuatro más. En Asturias, la de José Armas o la Sociedad Oviedo Mágico. Ofrecen buen rollo y más que enseñarte te ofrecen el camino para conocer qué libros puedes leer y cuáles no.

- ¿Qué busca en sus espectáculos?

-Le digo al espectador que llega al teatro: relájate y disfruta, deja de pensar en tus cosas y cuando salgas, sigue pensando en lo que viste.

- "Blake no lee la mente: interpreta y manipula tus pensamientos". No me asuste.

-Tengo 34 años de experiencia en comunicación no verbal. Así que estoy capacitado para saber qué piensas, conocer tus necesidades con todo detalle. Interactúo con 40 o 50 personas y, al final, todo el público se mete en la historia.

- En noviembre pasado ya vaticinó hacia dónde iba el Sporting de Gijón.

-Y ya ves, lo veía venir. El año pasado le di una charla de motivación al Cacereño y, después, ganaron tres veces consecutivas. Estaría encantado de hacer una charla a los del Sporting, que aún podemos salvarnos.

- La cosa está chunga.

-Para que lo esté del todo faltan aún doce partidos. No podemos perder un equipo de Primera en Asturias, los de Segunda son distintos. Uno va a ver un partido de Primera la noche anterior, a los de Segunda te vas con el bocadillo puesto. Lo veo en los alrededores del Bernabéu: cuando gana el Madrid, los bares del entorno se llenan; cuando pierde, no. Tú sales eufórico y dices: vamos a tomar una cerveza o las que sean.

- ¿Y si hablamos de política?

-Hace años que la abandoné. Tiene mi voto quien me garantice justicia social, buena educación y buena sanidad. Con todo eso yo no estaría preocupado.

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