El pianista sevillano Juan Pérez Floristán, ganador del Concurso de interpretación Paloma O' Shea en el 2015, se ha convertido en uno de los jóvenes pianistas más mediáticos en España, y aún tenía pendiente pasar por Oviedo. Su actuación ayer en el Auditorio "Príncipe Felipe" de la capital asturiana era esperada, aunque el aforo no fue el mismo que el de otros pianistas con una carrera más prolongada que han pasado por las Jornadas de Piano esta temporada, que cuentan con el patrocinio de LA NUEVA ESPAÑA.

El Concierto nº 2 de Rachmaninov, con el que el intérprete abrió la sesión musical, se ha convertido en estos últimos años en la carta de presentación de este pianista. Se trata de una obra grandiosa, llena de momentos arrolladores, en los que Floristán demuestra sus competencias técnicas. El piano de este joven sevillano está lleno de matices y presta mucha atención a los temas; parece que los canta. El segundo movimiento del concierto de Rachmaninov destacó por su lirismo y delicadeza y parecía más un trabajo camerístico que una obra para piano y orquesta sinfónica, como es. No obstante, los balances de sonido de Floristán son mejorables, porque hay pasajes virtuosísticos del piano que quedan ocultos. Al término de su interpretación en el Auditorio Príncipe Felipe interpretó dos propinas. Una de ellas, de Henry Cowell y la otra, de Mussorsky.

La segunda parte del concierto de ayer tarde estuvo dedicada íntegramente a la Sinfonía nº 4 de Beethoven con el director Kerem Hasan al frente de la orquesta Oviedo Filarmonía. Hasan es otro joven talento de la dirección musical europea, que dará de qué hablar en el futuro y que también debutaba ayer en Oviedo.

La Oviedo Filarmonía, durante todo el concierto, se mostró compacta y poderosa en algunos pasajes. La formación orquestal prestó especial atención a los crescendos y diminuendos. El director, Kerem Hasan, tuvo mucha química con la formación ovetense y mostró que tenía las ideas muy claras a la hora de dirigir Beethoven. Es, sin lugar a dudas, un maestro muy gestual, al que le gusta marcar todo de manera muy precisa. Hasan dirigió Beethoven de memoria, lo mismo que Floristán. En la segunda parte, el cuarto y último movimiento de la sinfonía de Beethoven fue sin duda el momento más brillante.