"Sal" tiene 3 años, es de raza golden y ayer fue la estrella de los talleres del congreso nacional de estudiantes de terapia ocupacional, que se celebrará durante todo el fin de semana en Oviedo.

La perra es propiedad de la terapeuta ocupacional Carla Pulido, tutora de uno de los talleres. Frente a Carla y "Sal", un grupo de alumnos en un aula de la Facultad de Magisterio Padre Ossó, que acabaron asombrados y abrazados a un animal que Carla seleccionó entre una camada concreta y eligió como un cachorro que respondía a todas y cada una de las características que buscaba: "Un perro tranquilo pero explorador, relajado pero seguro. A 'Sal' la estuve viendo un par de días junto a sus hermanos y al final no lo dudé".

Los resultados están a la vista. "Sal" ha sido seleccionada y entrenada para ser la compañera perfecta. Se deja querer, cumple órdenes, no sólo de su dueña, busca la interacción... Carla Pulido es terapeuta en el Hospital Gijón y forma parte de la primera promoción del posgrado de la Universidad de Oviedo de terapia asistida con animales.

En otro de los pisos de la Facultad Padre Ossó, la terapeuta Ana Fernández Martínez imparte un taller sobre creación de férulas de mano a partir de un material llamado termoplástico, maleable a partir de los 60 grados.

Los destinatarios, personas con manos deformadas o inutilizadas por problemas de muy diverso tipo, sobre todo neurológicos y degenerativos, que necesiten un apoyo.

El termoplástico se convierte en un molde adaptado perfectamente a las características de la mano del usuario. "Se evalúan las necesidades y se hacen férulas a medida. "No se trata de que el paciente las use siempre durante el resto de su vida, sino de trabajar diferentes tejidos durante unas horas, a veces para evitar que empeore una determinada deformidad", explica Ana Fernández, especializada en terapia de la mano, "la mayor herramienta que tenemos los seres humanos en nuestro día a día".

Los alumnos fabrican las férulas y sirven de modelos para instalarlas, ya que son muy útiles frente a la retracción de la mano.

En el piso de abajo, "Sal" levanta la cabeza y sigue con atención las explicaciones de su dueña. "Un perro formado específicamente para la terapia vale para cualquier paciente con diversidad funcional, pero una terapia de estas características necesita un planteamiento clínico. Esto es mucho más que una actividad o un circo con animales".

Los pacientes -reconoce Carla Pulido, que es presidenta del recién formado Colegio Profesional de Terapeutas Ocupacionales del Principado de Asturias- esperan con ansia la llegada de "Sal". "No hago con ella nunca más de dos sesiones diarias, y nunca seguidas. Y no olvido que el perro tiene derecho a tener un mal día".

"Sal" obedece, pero su dueña no trabaja con el refuerzo de la comida. "Para ella el mejor premio es el afecto".