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"Taburete", mucho más que pijerío

El grupo se desprende de su apellido, Bárcenas, en pos de un sonido pegadizo que se reinventa en cada canción

"Taburete" conquista Oviedo

"Taburete" conquista Oviedo

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"Taburete" conquista Oviedo José M. REQUENA

Poco más de un año de vida y dos discos en el mercado. Eso es lo único que ha necesitado "Taburete" para convertirse en el grupo de moda entre los jóvenes y los mayores, los pijos y los no tanto. A medio camino entre romper estereotipos y retroalimentarse de ellos, la banda de Willy Bárcenas y su comodoro Antón Carreño se ha convertido en un auténtico fenómeno viral.

Su público es heterogéneo, pero sobresale un target concreto. A su manera, Bárcenas junior ha venido a ocupar el puesto de David Summers, y su "Taburete" se está alzando como los nuevos "Hombres G", ese grupo pijo, con estudiado desaliño, que no ve el apodo como algo negativo, sino como un orgullo. A todos gusta, pero no todos se atreven a decirlo.

Los conciertos que la banda ofreció en la sala Espacio Estilo de Oviedo, uno de ellos gratamente obligados por el "todo vendido" de la primera fecha, lograron retrotraer a los presentes a esas terrazas de Barcelona donde empezó todo, con la guitarra en una mano, el boli en la otra y el cigarro en la boca. Porque al final, eso son para "Taburete" sus conciertos: una reunión de colegas, en el salón de casa, cervezas mediante.

Si de un vino se tratase, "Taburete" sería un joven, afrutado, fresco, amable en boca, sin mucho retrogusto. De esos que tomas una copa y el cuerpo te pide otra. Pero con infinidad de matices en nariz, muy complejo.

El estilo de "Taburete" podría definirse como pop con aristas. Se puede incluir en el cajón de sastre del pop, pero el análisis ha de ir más allá. Ritmos mexicanos, importados de su querido México D. F., flamenco improvisado, incluso melodías folclóricas, copleras, como las que acompañan a morir a "Johnny Pistolas". Esa rara mezcla que, dado el momento, picando una estrofa de aquí y otra de allá, podría engañar al oído a tus padres, o al de tu hermana pequeña.

Sus melodías buenrollistas, amables, pegadizas, sin mayor aspiración que la de vestir la voz del cantante, enganchan de forma irrefrenable. Todo ello acompañado de un asturiano a las baquetas, Manuel Hevia, el "Doctor Charas", sustentando el ritmo como si de arcos románicos se tratase, aportando belleza sobria, sin apenas darse importancia, y aliñado con unos solos de trompeta que evocan rancheras pasadas. La típica banda sonora de colegio mayor universitario.

Los temas de "Taburete" son recurrentes: jodas, fiestas, farras, escaramuzas, llámese como se quiera. Buenos ratos entre colegas, recuerdos de grandes momentos vividos juntos y, para completar el cuadro, "Ella", esa fémina que emboba los sentidos, que en cada mente tiene un nombre distinto pero una característica común: merece cada una de las canciones que se le quieran brindar. "Taburete" ya no es una anécdota, no es un grupo de una canción, ni de un hit veraniego. Es una realidad en el panorama musical español y, sobre todo, es un futuro, por atreverse a hacer aquello que otros no quisieron: ni más ni menos que actuar en cada momento como les venga en gana.

En su corta carrera musical, criada a la sombra del big data y las redes sociales, ya tienen en su haber un puñado de canciones que se han convertido en clásicos, aquellos que nunca fallan en los bises, véase "Sirenas", "Dr. Charas", "México D.F.", "Walter Palmeras" o "Motel". Como ellos mismos cantan, "nos quedan diez vidas para hacernos viejos". ¡Que siga la joda!

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