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Ingenieros del papel

Estudiantes de Química ganan un concurso de la ingeniería Fluor tras completar un lanzador de fútbol americano con material de oficina

Por la izquierda, Marcos García, Francisco Salas, Sergio Iglesias, Jara Arias, Laura Murillo y Eva Andrés, con los trofeos y sus proyectos. L. MURIAS

Un rollo de celo, cuatro folios, dos lápices, una regla y cuatro gomas elásticas fueron suficiente para que los equipos de la Facultad de Química se impusieran en el certamen convocado por la ingeniería Fluor. El sistema del concurso era, de por sí, original. Cada equipo podía utilizar una decena de folios A4, pero cada folio "costaba" un número determinado de puntos que penalizaba en caso de un consumo excesivo. Así, la regla "costaba" 5.000 puntos, cada hoja de papel, 200, y así sucesivamente. Total, que todo el material consumido por los ganadores apenas llegaba a los 7.000 puntos. Todo un éxito, puesto que se premiaba el ahorro. A partir de ahí, cuanto menos se utilizaba, más se ahorraba y más puntuación se conseguía.

"Nos pareció un reto entretenido", reconoce Francisco Salas, uno de los integrantes de los dos equipos participantes del máster de Ingeniería Química que tomaron parte en la competición. Su profesor, José Ramón Álvarez Saiz, ironiza sobre el éxito de los químicos de la Universidad de Oviedo en este certamen: "Nos van a echar; es el cuarto año que ganan".

Los chavales fueron citados hace unos días en la sede de la empresa, en el Parque Tecnológico de Llanera, con motivo de la Semana de la Ingeniería. El reto era sencillo: construir un lanzador de fútbol americano con material de oficina, en el menor tiempo posible y utilizando la menor cantidad de producto.

Los chavales tienen claro cuál es la estrategia del éxito. "Buscamos un diseño que permitiera minimizar el tiempo de construcción", relata Salas junto a sus compañeros de equipo, Marcos García y Sergio Iglesias. Lo cierto es que no pudieron hacer más con menos. Aunque suena casi a imposible, lograron que su prototipo consumiera una parte mínima del material de oficina dado por la organización. Ni MacGyver en sus mejores momentos. Y en tiempo récord: un minuto y quince segundos, superando incluso al equipo de trabajadores de la empresa que también participaban en la competición. "Para nosotros ha sido una forma de acercarnos a la empresa", dice Jara Arias en representación del segundo equipo de químicos que participó en el reto.

Para la plantilla de Fluor es como un divertimento y para los estudiantes una práctica de lo que verán después en la vida real. "Los días antes estuvimos un poco más estresados; tuvimos una semana para prepararlo, pero una vez allí había que contar con el factor improvisación. La pelota que nos dieron era distinta a la que utilizamos en los ensayos y hubo que cambiar sobre la marcha; pensábamos que no nos iba a servir la caja tal como la habíamos diseñado", cuentan los chavales.

Sus competidores emplearon gran cantidad de tiempo, en algunos casos para realizar diseños más elaborados, pero fueron penalizados por no cumplir con los parámetros exigidos de rapidez -tenían hasta un máximo de tres minutos para completar la prueba-. El grupo de Francisco Salas quedó, además, subcampeón nacional, mientras que el de Jara Arias fue campeón regional. "Es un proyecto muy real, como te pedirían hoy en una ingeniería, tiene que estar listo para ayer, hacer poco gasto en recursos... Para nosotros fue un primer acercamiento a la empresa", relatan orgullosos los galardonados. La toma de contacto con la empresa fue tal que alguno incluso se atrevió a dejar el currículo una vez que completaron una visita guiada por las instalaciones.

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