El cine se queda fuera de la rebaja del IVA cultural por su mayor incidencia en la recaudación respecto al resto de industrias culturales. Eso es, al menos, lo que se concluye de las explicaciones aportadas ayer tanto por el Gobierno como por los representantes de Ciudadanos, el interlocutor del ejecutivo que preside Mariano Rajoy en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, en los que se enmarca esta medida. Una explicación que no convence a los agentes culturales, que aducen que "no hay razones objetivas para excluir al cine" de esta rebaja.

El Ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, anunció ayer la reducción del IVA únicamente para los espectáculos en vivo. Una medida que había sido adelantada el jueves por el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, pero que se aprobó en la mañana de ayer, en una reunión del Consejo de Ministros. Una medida que implica que los espectáculos como el teatro, la danza, los conciertos, el circo o incluso los toros pasen a tributar al 10%, mientras que al cine, excluido de la medida, se continuará aplicando un 21% de IVA sobre sus entradas.

"El cine tiene otras medidas como las ventajas fiscales que son muy importantes y que hacen que el cine español esté en un gran momento", afirmó Méndez de Vigo, quien incidió en que la reducción de este impuesto al ámbito cinematográfico se aplicará cuando lo permita "la senda del déficit público".

Más explícito había sido, horas antes, el asesor económico de Ciudadanos, Luis Garicano, quien precisó que, con el IVA aplicado al cine, el Estado ingresa 300 millones de euros anuales, mientras que el conjunto de las industrias culturales a las que se aplicará la reducción la cantidad es mucho menor: en torno a los 55 millones de euros. Apenas una sexta parte.

La exclusión del cine ha levantado ampollas en el sector. La Unión de Asociaciones de las Industrias Culturales de España, que representa a más de 4.000 empresas de culturales, hizo ayer un llamamiento a PP y Ciudadanos para que "reconsideren, durante la tramitación de los presupuestos en el Congreso, la reducción del IVA Cultural también para las entradas de cine, igual que se hará para el resto de espectáculos culturales, y en línea con la fiscalidad de los otros países de la zona euro".

La alusión a Europa no es baladí. Y es que la rebaja del IVA a los espectáculos en vivo mitiga en parte la discriminación que venía padeciendo el sector cultural español, y también los propios espectadores, respecto a los de otras naciones europeas, que disfrutan de tipos reducidos. Así, mientras en Francia estos espectáculos se tributan al 5,5% y en Alemania o Italia el impuesto se sitúa en el 10%, en España el gravamen era de un 21%. Con la rebaja aprobada ayer, el sector cultural español se pondrá a la altura impositiva del alemán o el italiano con una salvedad importante: en esos países también se incluye el cine.

El mantenimiento de este impuesto se combina, además, con un considerable recorte en las ayudas a la producción de películas, que pasó de rozar los 90 millones de euros en 2010 a los 30 millones que se repartieron en 2016. Un recorte que el Gobierno trató de maquillar el año pasado al sumar las ayudas de dos ejercicios (2014 y 2016).

Como contrapartida al mantenimiento del tipo de IVA, Méndez de Vigo anunció ayer un incremento de las ayudas al cine, que pueden llegar hasta los 70 millones este año, pero la cifra vuelve a estar en cuestión, ya que se deben abonar también las ayudas a las películas producidas en 2015, que aún no se han abonado.

Estas cifras que destierran el mito del "cine subvencionado" y que palidecen al lado de las que se destinan a estos mismos fines en otros países de la Unión Europea. Francia, cuya legislación es modélica en lo referente a la consideración y protección de su cine, destina en torno a 1.000 millones de euros a ayudas públicas a su cine, lo que supone un 42% del total europeo. En Italia, un acuerdo reciente en el gobierno ha elevado estas aportaciones hasta fijar un mínimo de 400 millones anuales, y Alemania aporta 360 millones.

La diferencia entre las políticas de estos países y las que se han venido aplicando en España tienen una base no ya económica, sino de criterio respecto a la naturaleza del cine: mientras en el extranjero se entiende que el llamado "séptimo arte" es una expresión cultural que se debe proteger, el gobierno español lo considera un "producto de entretenimiento", tal y como lo definió, en el pasado, el Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro. Una distinción clave, ya que es la que marca la distancia entre lo esencial y lo superfluo.

Esta diferencia en la consideración de qué es el cine alimenta, además, las sospechas en el seno del sector de que la resistencia del Gobierno del PP a reducir el IVA al cine es, en realidad, una represalia por el rechazo de los profesionales de este ámbito a la participación de España en la guerra de Irak, escenificado en la entrega de los premios "Goya" de 2002, celebrada el 1 de febrero de 2003.

Una interpretación que no sólo llega desde el sector cinematográfico, sino que también defienden otros partidos políticos, como PSOE y Podemos, y colectivos como FACUA-Consumidores en Acción, cuyo portavoz, Rubén Sánchez, insta al Ejecutivo a explicar "cuáles son los motivos por los que considera más importante bajar el precio de la entrada a una plaza de toros que a una sala de cine".