A Alan Sokal (Boston, 1955) le gustan las bromas y, sobre todo, las que ridiculizan sin piedad la ignorancia reinante en un mundo inundado por la pseudociencia, el fanatismo religioso y las mentiras de tantos políticos que manipulan a su antojo a los adormecidos ciudadanos. "La verdad no es más que la adecuación de la afirmación a la realidad", resume sin dudarlo el famoso matemático y físico estadounidense, que a mediados de la década de 1990 provocó un seísmo al conseguir "colar" un ininteligible artículo en una prestigiosa revista científica. "Era una parodia" dirigida a demostrar que grandes popes posmodernistas principalmente franceses hablaban con gran solemnidad de ciencias naturales sin conocimiento de causa, explica en Madrid, adonde ha venido invitado por la Fundación Ramón Areces y la Real Sociedad Española de Física para dar una charla titulada "¿Qué es la ciencia y por qué debemos cuidarla?". Sokal, que fue profesor voluntario en Nicaragua hasta que le echó del país la presidenta Violeta Chamorro, reparte su tiempo con clases de Física en la Universidad de Nueva York y de Matemáticas en el University College de Londres, donde se vio sorprendido por el triunfo de Trump y por el Brexit. "La clase trabajadora se siente traicionada por los partidos tradicionales de izquierdas", reflexiona al analizar estos inquietantes resultados. Humilde y simpático, el científico reconoce como Feynman que quien cree entender la mecánica cuántica es que no la entiende en absoluto, rememora con ironía para Epipress la reacción de los pensadores retratados en sus "Imposturas intelectuales" (1996) y celebra que la secuela de ese libro, "Más allá de las imposturas intelectuales" (2008), encontrara mejor acogida entre los filósofos que entre los científicos.

-Señor Sokal, usted ha dicho que los economistas de la escuela de Chicago provocan peores males que Lacan y todo el posmodernismo. ¿Quiénes son los personajes más peligrosos de hoy?

-Lo he dicho, pero hoy en día me parecen más peligrosos los políticos mentirosos que hay en todo el mundo y los creyentes fundamentalistas de todas las religiones. Hay muchas ideas más peligrosas ahí afuera que el posmodernismo.

-Usted ha venido a Madrid a hablar de la ciencia. ¿Qué vigencia tiene hoy el relativismo epistémico, fruto de la posmodernidad, que usted tanto critica?

-Es difícil de decir porque ese posmodernismo varía mucho según las áreas de la Universidad a las que se refiera e incluso según los países. Las ideas posmodernistas que tanto critico tienen ahora menos vigencia que hace veinte años y son menos peligrosas que otras corrientes anticientíficas.

-¿A qué otras corrientes se refiere?

-El posmodernismo académico en el fondo no repercute tanto en la sociedad, lo que hace es anular la posibilidad de resistencia de parte de los intelectuales, sobre todo, de izquierdas. Es más peligrosa la pseudociencia que se centra en las terapias alternativas de la medicina, como la homeopatía, o la religión y su enseñanza, por ejemplo, de la evolución biológica. La pseudociencia y la religión ponen en riesgo al hombre. Pero el mayor peligro, insisto, es el de las ideas de los propagandistas y políticos que las lanzan sin preocuparse por saber si es verdad o mentira lo que dicen. Sólo quieren vender una política cómoda usando cualquier argumento por muy mentira que sea.

-La posverdad, los hechos alternativos y las mentiras de Trump andan por ahí.

-Ahí están los engaños de Bush y Blair cuando con Aznar iniciaron la guerra de Irak. Estoy seguro de que esta posverdad nos dará muchos más ejemplos durante los próximos años tal y como están las cosas.

-¿Cómo valora, desde su condición de ateo, la crítica al relativismo expuesta por el Papa Benedicto XVI?

-No conozco bien su crítica, pero entiendo muy bien que un creyente católico no sea relativista porque es lo natural. Un científico tampoco lo puede ser. Coincidimos en la crítica tal vez por las mismas razones, pero en lo que nos diferenciamos es en los métodos que se deben de seguir para lograr el conocimiento de la verdad sobre todo tipo de cuestiones.

-Defina, por favor, la verdad.

-La adecuación de la afirmación a la realidad. No es un concepto filosófico muy sofisticado.

-¿Por qué llegan al poder populismos de izquierda como el de Daniel Ortega en Nicaragua, donde usted fue profesor de Matemáticas voluntario, o el de Chaves y Maduro en Venezuela mientras que en su país, Estados Unidos, lo hace el populismo de derechas de Donald Trump?

-No soy un experto ni en Nicaragua, donde fui profesor voluntario durante cuatro meses y medio a lo largo de tres años, ni en Venezuela. Sé que hay gente desencantada con el sandinismo porque ven gestos caudillistas y de corrupción preocupantes en el Gobierno de Ortega. Lo que sucede en mi país y en otros lugares de Europa es que los partidos que defendían antes a las clases trabajadoras, los socialdemócratas europeos y los demócratas estadounidenses, evolucionaron de tal forma que lo que defienden ahora es a la clase media alta con ideas liberales. Son partidos de izquierdas en lo social pero no en lo económico.

-Y la clase trabajadora se siente traicionada, ¿no?

-Exacto. Traicionada y huérfana. Además, hay votantes de esos partidos que no comulgan con ideas liberales como el derecho al matrimonio entre gays o los derechos de los inmigrantes y eso ha abierto las puertas de par en par a los populismos de derecha no sólo en Estados Unidos, sino también en países como Francia, Hungría, Holanda o Polonia. El éxito del Brexit se puede analizar también desde esta óptica. De todas formas, lo de Trump fue toda una sorpresa.

-¿También para usted?

-Sí. Yo paso más tiempo ahora en Londres que en Estados Unidos y el día de las elecciones de Estados Unidos me acosté a la una de la mañana pensando que iba a ganar Clinton. A las tres me desperté sobresaltado por una pesadilla: que ganaba Trump. Miré el ordenador y me di cuenta de que la pesadilla se había hecho realidad.

-¿Se sorprendió también con el resultado del Brexit?

-Sí, pero en menor medida porque las encuestas auguraban un resultado más parejo entre los partidarios y los detractores del Brexit.

-Pero las encuestas fallaron en ambos casos?

-Es cierto. A veces me meto a ver las casas de juego on-line que hacen este tipo de apuestas. Algunos economistas piensan que son más fiables que las encuestas porque reflejan los juicios verdaderos de los que apuestan e invierten su dinero. No obstante, estas casas de juego también fallaron tanto en las elecciones de Estados Unidos como con el Brexit.

-¿Cómo está influyendo el nuevo movimiento de las redes sociales respecto del periodismo tradicional para informar y a abrir los ojos a la gente de la realidad que nos rodea?

-Ni sé de periodismo ni mucho menos de redes sociales porque no las uso, pero la propaganda está ahí y es alarmante la desinformación que impera entre los ciudadanos.

-Ya con más perspectiva, ¿qué nos ha aportado la posmodernidad?

-Poco porque lo que ha tratado es de sustituir la herencia racionalista de la Ilustración por teorías sin base empírica y por una ciencia que no pasa de ser considerada una narración y a veces sin sentido.

-Ha demostrado usted, un físico y matemático norteamericano, tener valor al atreverse a discutir cuestiones filosóficas con destacados intelectuales franceses. ¿No habrá pecado usted de cierta osadía?

-No lo creo. Las ideas no se deben de evaluar según los títulos académicos de quien las defiende sino en base a argumentos empíricos y lógicos. Yo no critiqué a grandes filósofos por aventurarse a pontificar sobre matemáticas o física sin tener títulos académicos en esas materias. Tienen todo el derecho a hacerlo, pero yo también tengo el derecho a decir que lo que escribieron son auténticas estupideces. A mí también se me puede criticar si escribo sandeces acerca de diferentes teorías filosóficas.

-¿Qué críticas recibió de "Más allá de las imposturas intelectuales", escrita al alimón con Bricmont?

-Es curioso porque muchos físicos lo criticaron mientras que los filósofos lo aplaudieron y aprobaron nuestros razonamientos.

-¿Cómo andamos hoy de imposturas intelectuales en relación a veinte años atrás, cuando usted consiguió engañar a la revista "Social Text" para que publicara su parodia titulada "Transgredir los límites" con la finalidad de desacreditar a intelectuales posmodernos tan destacados como Lacan, Baudrillard, Deleuze, Kristeva o Derrida?

-Probablemente, después de nuestro trabajo, los intelectuales criticados se hayan abstenido de volver a decir estupideces y los nuevos sean más cautos para no cometer los mismos pecados. Animo a otros a hacer un trabajo similar. Me llegan muchos correos de gente que se cree experta en perseguir las imposturas intelectuales de arquitectos, historiadores o cualquier otra rama del conocimiento.

-¿Qué les responde?

-Que yo de lo que sé es de matemáticas y física. Sólo colaboré junto a Bricmont en la impostura que nos envió un estudiante de primero de una Universidad pequeña de Londres acerca de una estúpida teoría con bases matemáticas y físicas en una obra de psicología.

-¿Cómo fraguaron aquella provocación?

-Una profesora de Psicología de una Universidad de Carolina del Norte, Barbara Fredrickson, y un chileno, Marcial Losada, publicaron en 2005 en "American Psychologist" una teoría sobre la positividad y negatividad de las personas con un pretendido modelo matemático basado en la dinámica del sistema no lineal. Era una estupidez que se había citado en 300 ocasiones en publicaciones científicas y visto más de 25.000 veces en internet sin que nadie se preguntase si eso era verdad o mentira. Tras una serie de vaivenes, al final la revista aceptó nuestro artículo en el que se refutaba esa pura tontería. Otra cosa es lo que hicimos con los intelectuales que citó anteriormente.

-Ustedes montaron una parodia.

-Una parodia que sólo demostraba que una revista se dejó engañar y aceptó una serie de artículos cuyas conclusiones les gustaban sin conocer sus razonamientos ni lo que decían. No cuestionamos la calidad de los intelectuales estudiados en otros campos, pero demostramos que ciertos intelectuales franceses hablaban sin conocimiento de causa. Eso no desacredita el resto de su obra.

-¿Por qué hicieron aquella pillería?

-Estuve en 1998 en Buenos Aires, donde todos apoyaban a Lacan porque casi todos los bonaerenses son psicoanalistas y la mitad son lacanianos. Todos me pedían que demostrase que lo que decía Lacan acerca de las matemáticas y la física eran tonterías. Yo les propuse que separasen el trigo de la paja de la obra de Lacan y todos los que me escucharon estallaron en carcajadas.

-¿Se reían de la paja?

-Pues sí. Les dije que si lo de Lacan era una masturbación mental, peor para él.

-Lacan y el resto de autores criticados en este artículo se limitaban, según usted, a tratar de impresionar al lector sin saber lo que decían. ¿Intentaban acaso como humanistas imitar a las ciencias naturales?

-Si hubiesen querido imitar el conocimiento de las ciencias naturales deberían haberse informado primero de ellas. Algunos sociólogos serios buscan métodos análogos a los de las ciencias naturales para abordar los problemas de las ciencias sociales, pero los criticados lo hacían a ciegas y sin razonamiento. Querían impresionar al lector con un lenguaje sofisticado que ni ellos mismos entendían.

-Derrida le acuso a usted y al coautor de aquel trabajo, Bricmont, de haber montado una operación mediática contra ciertos intelectuales franceses, precisamente por ser franceses, sin haber leído las obras que criticaban.

-Es natural que las personas atacadas quieran salvar su reputación, pero lo que dijo Derrida es falso. Las ideas, incluso las estúpidas, no tienen patria y no me importa de dónde procedan. También criticamos a intelectuales anglosajones, pero eran menos conocidos que los franceses porque en el mundo anglosajón no existe esa figura tan francesa de la estrella intelectual.

-¿Empleamos la misma actitud racional cuando estudiamos la ciencia que cuando nos desenvolvemos en la vida cotidiana?

-Eso sería lo ideal, pero no siempre es así. Lo deseable sería apostar por una actitud racional y crítica que sustente nuestras afirmaciones para que puedan ser comprobadas de forma empírica y lógica. Deberíamos someter nuestros pensamientos e ideas a evaluaciones severas y deberíamos estar dispuestos a rechazar y cambiar nuestras ideas cuando los hechos se imponen. Esa actitud crítica y abierta debería de regir todos los aspectos de nuestras vidas.

-¿Por qué ataca usted con tanta vehemencia el escepticismo radical?

-Porque nos dice que no podemos saber nada de nada en ningún campo del conocimiento o de la vida. Hasta los filósofos más posmodernos son realistas cuando tienen que cruzar una calle.

-¿Cómo van sus avances para ver si es por fin capaz de entender en qué consiste la mecánica cuántica?

-Ahora estoy más dedicado a las matemáticas que a la física. La mecánica cuántica es muy complicada y se ha abusado tanto de ella que se ha convertido en un problema. Los mismos físicos somos incapaces de entender bien lo que es la mecánica cuántica.

-Hawking termina su "Historia del tiempo" diciendo que si encontrásemos una respuesta de cómo es el universo entonces conoceríamos el pensamiento de Dios. ¿Es una fantasía o una exageración?

-Supongo que es una frase con la que ha pretendido vender más libros, sobre todo en Estados Unidos. A Hawking le habría valido más callarse que hablar de Dios porque conocer las leyes finales de la naturaleza, si fuese posible, no tiene nada que ver con las religiones tradicionales. Ha confundido las cosas.