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ALFREDO GONZÁLEZ | Dibujante

"Llegué tarde a todo, pero siempre encontré la salida por intuición: he vivido de chiripa"

"Me da pena volver a Agüeria porque nadie me conoce ni yo conozco a nadie; todo está cambiado, pero me puede la nostalgia"

El dibujante Alfredo. FERNANDO R. GORENA

Alfredo González (Agüeria, Aller, 1933) publica kilo y medio de escritura y dibujos en grueso y aromático papel. El libro se titula "La ventana de atrás. Desmemorias de un dibujante" (Treseditores) y se completa con una exposición en el Museo Abc del dibujo y la ilustración de Madrid.

-Son desmemorias porque falla la memoria y memorias blandas porque he salido del horno un poco blando y gallina. Hay frases atrevidas y un final escatológico.

- ¿Satisfecho del esfuerzo?

-Sí y viejecito porque cumplo 84. Sólo tengo una molestia en la espalda por llevar 70 años en el palo del gallinero de ser dibujante de carátulas de vinilo, publicidad y caricaturas de prensa, de Madrid y de otras ciudades.

- ¿Cómo se lanzó al libro?

-Encontré unos cuadernos de mi época conventual y pasé vergüenza al leerlos. Eran un diario seudomístico lleno de jaculatorias y culpa. Mi mujer, a la que daba la lata con mis recuerdos de niño, me aconsejó: "déjame en paz y escríbelo". Empecé a llenar cuadernos sin orden. Le hablé de ello a Mauricio d'Ors y se interesó. Su mujer, Adriana Huarte, lo pasó a ordenador: 180 folios.

- ¿Balance de esa reflexión?

-Que siempre llegué tarde a las cosas. Después de mi estancia en el convento llegué tarde a la vida, pero siempre encontré la salida por intuición. Es vivir de chiripa. No he llegado tarde a hacer el resumen: ahora estoy preparado, con una visión escéptica.

- ¿Con sinceridad?

-Me quedo en carnes. Hablo de mis primeras relaciones con las mujeres, que siguen gustándome aunque sólo me queda el consuelo de admirarlas.

- Dejó el convento a los 26.

-Salí a la calle salido del todo. Un primo y amigo que vivía en Oviedo me ayudó mucho. Un par de veces me llevó a una casa de putas, que no me gustaba nada, y hablaba con la de la barra y le decía: "esti ye primu míu, ye intelectual, catedrático, trátalu bien" y yo esperaba a que él bajara de la habitación con la tunanta y algo avergonzado. Me llevó a La Bombilla, de Moreda, donde tuve mis primeras borracheras.

- Y se fue a Madrid.

-Con los ahorros de mis padres. Recibí lo que vino sin rencor: todo era positivo. En la primera agencia en que entré había mujeres, empecé a tontear, me hice una novia, era aburrido porque conseguir entonces algo de una mujer formal era imposible.

- ¿Dio eso a leer a su mujer?

-Sí. Me dijo "quien no reconozca que era así, miente".

- La conoció a los 32 años.

-Ella tenía 20. Fue en la Gran Vía en 1965. La otra novia nos pescó. Vamos para 51 años.

- Tienen 3 hijos y 4 nietos.

-También se lo enseñé a mis hijos. Aunque soy prudente, hay dibujos humillantes para ellos, pero no tuve ninguna queja. A la pequeña el libro la hizo llorar.

- ¿Ganará enemigos?

-No. Desde el principio decidí no hablar nada de los cabroncetes. Salvo del rector de Teología, un ser elevado y admirado por todos que era para echarse a temblar porque no hablaba pero te miraba desde arriba como un Dios omnipotente y de algún niño mayor que yo que me hizo la vida imposible en la escuela.

- "Bullying" de entonces.

-Eran hijos de rojos y yo, nieto de creyentes con vicios como el alcohol, de lo que hablo sin tapujos. Tenía peleas diarias con cuatro a la vez. Lo superé porque o te defendías o perecías.

- Dejó el valle y viajó mucho.

-Con el periodista Ignacio Carrión, que murió hace dos meses, un fantástico trotamundos del que aprendí mucho. Me llevaba de la mano porque yo era un cagado, pero me dejaba solo en Moscú y en Nueva York. También me ayudó Ignacio Amestoy y tengo amistad con él y con su mujer, Esperanza d'Ors.

- Vivió en Venezuela.

-Marché en 1971 de director de arte con un periodista español que tenía una agencia de publicidad con un venezolano demócrata-cristiano. Dio referencias mías José Ramón Sánchez, el dibujante del PSOE. Las ofertas eran estupendas y no era la Venezuela de hoy. En un ambiente muy propicio conocí A un mexicano comunista casado con una artista de culebrones que tenía dos galerías, Viva México y La Trinchera, e hice varias exposiciones.

- Cagado ha hecho mil cosas.

-Desde niño he sentido gran curiosidad. Nacer en un valle está muy bien, pero también salir de allí. Mi padre fue tajante: a lo más que podía llegar en Moreda era a escribiente de Tartiere o de Hullera Española en Ujo. El misionero que me examinó me preguntó si quería ir a Corias o a Villaba y le respondí: "Lo más lejos".

- Villaba está en Navarra.

-Eran 24 horas de viaje, como ir hoy a Australia. Tenía 13 años, una maletica de cartón y una fardela con gaseosa y bocadillos.

- Dibujó grandes ciudades.

-Mi admiración por ellas nació a los 6 años, la primera vez que mi padre me llevó a Oviedo: quedé hipnotizado, tanta gente por la calle, el tranvía amarillo, los edificios altos. Volví al año con una tía y visité La Cadellada porque ingresaron a su hermana con un brote psicótico. Desgreñada y desaseada se abalanzó para besarme y se me vino el mundo encima. Allí murió por una estupidez que hoy trataría un psicólogo. Poco después un primo suyo tuvo un ataque epiléptico, lo llevaron a La Cadellada y allí murió.

- ¿Viene a Asturias?

-Me queda una hermana en Moreda que enviudó hace poco. Estuve en diciembre y pensamos volver en mayo. Es mi raíz.

- ¿Qué siente en Agüeria?

-Pena porque nadie me conoce ni yo conozco a nadie. Al lado del hórreo pusieron una terraza y un bar. Si hace buen tiempo me meto monte arriba donde ayudaba a mi abuelo con las vacas. La escuela está imponente, como estaba. Detrás pasaba un tren que bajaba de la montaña y llevaba el carbón a Tartiere. No quedan el puente ni el plano inclinado, el boscaje ciega los caminos y no hay vacas, sólo caballos. Me puede la nostalgia y quiero rescatar un pellizco de aquella vivencia.

- Desarmó su estudio.

-Tuve durante 30 años un local debajo de casa con ventanal al mediodía, jardín y palmera que entraba por la ventana. Pasaba un frío atroz y era incalentable. Me llevó dos meses vaciarlo y me hernié. Trabajo en casa porque mano sobre mano me desespero.

- ¿Y rinde?

-De 3 a 5 horas por la mañana. Me levanto con ganas y tiene que ver con mi madre, que me despertaba cariñosa y la naturaleza me entraba por la ventana. Noto la ofuscación al final de la tarde. Conservo la velocidad, el pulso y los trucos del dibujo. Soy lento al calzarme y ducharme, pero aún me corto las uñas de los pies.

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